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martes, 22 de noviembre de 2011

Libertades amenazadas, por Mario Montes.




Libertades amenazadas,
por Mario Montes.



Que los régimen fuertes o la dictaduras limiten las libertades es algo consustancial a los Gobiernos de facto que deben luchar permanentemente con la falta de legitimidad institucional que tienen por su manera de llegar al Gobierno, la que formalmente no ha sido ratificada por los ritos democráticos destinados a elegir a las Autoridades.



La libertad de emprendimiento, la autonomía de los  desplazamientos y la libre información son pilares fundamentales del sistema libertario que queremos para nuestro país, pues la falta de esas tres autonomías de las personas inhibe todas las garantías Constitucionales que los pueblos han conseguido tras dificultosas luchas.



Hoy nos encontramos con un proyecto de Ley que quiere borra de nuestra historia el periodo de Gobierno Militar, dejando solamente la posibilidad de repetir, como loros, una verdad oficial que es el resultado del falseamiento brutal de los sucesos ocurridos desde mediados de los años sesenta del siglo pasado a la fecha.



Pero, a este proyecto liberticida debemos agregar el accionar anti democrático de las “barras bravas”, de los mismos sectores que presentaron el aberrante proyecto comentado, que quieren impedir, por la fuerza, el insulto y la descalificación, que quienes piensan o tienen una visión diferente a la de ellos puedan expresar sus opiniones.



Estas barras bravas, conformadas por los sectores más ultra de la izquierda, utilizan las “funas” para provocar la parálisis de quienes tienen opiniones deferentes a las de ellos, utilizando la mecánica de los Tribunales populares para estigmatizar y destruir todas las posibilidades de que emerja la verdad que tan cuidadosamente han ocultado.



No les importa fusilar mediáticamente a sus adversarios, lo que importa es destruir su capacidad de reacción, ni tampoco les interesa que sea verdadera o falsa la acusación que ellos hacen, solamente les importa silenciar a sus contradictores, sin que den importancia alguna a los daños que provocan a quienes son víctimas de su extremismo vergonzoso.



Como corolario a estas meditaciones no podemos dejar de mencionar lo peligrosa que es la “tiranía” de las minorías, que en base al griterío callejero, el amedrentamiento y el insulto pretenden esterilizar la acción de quienes les contradicen y por medio de la amenaza quieren imponer aquello de lo que no son capaces de convencer a la ciudadanía.


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