La nueva derecha 2.0,
por Sergio Melnick.
El ministro Hinzpeter ha colocado un gran tema en la agenda: la derecha 2.0 del siglo 21. El foco de las ideas de este sector está siempre puesto en la libertad de las personas. El logro de la libertad o realización individual es el gran triunfo o aspiración del ser humano. Para obtener una parte de ese logro nos agrupamos en sociedades y cedemos parte de esa libertad a una entidad abstracta, de creación humana, que es el Estado. Este no es un ente natural, sino diseñado, y por eso existen muy diversos tipos de Estado. Desde Cuba a EE.UU. Este Estado tiene diversos poderes que se balancean entre sí. Uno de ellos es el gobierno, su administrador general. En las sociedades totalitarias, el Estado se confunde con el gobierno. Ese es el caso más común de las sociedades de izquierda y todas las dictaduras.
La derecha, esencialmente, propone que la libertad personal cedida al Estado sea el mínimo necesario y no el máximo posible. Esa es la gran raíz de la diferencia entre la izquierda y la derecha. Detrás de esta discusión navega el fenomenal tema de la naturaleza humana. ¿Somos finalmente lobos u ovejas? Para la derecha, el ser humano tiene una dimensión espiritual esencial, y esa es personal. La izquierda ha rechazado siempre esa dimensión humana. De hecho, llegó a sostener que la religión (una de las maneras de ser espiritual) era el opio de los pueblos.
En mi criterio, los principios fundamentales que inspiran a la derecha 2.0 del siglo 21 son los siguientes:
El primero es la idea de la sociedad responsable. No hay libertad sin responsabilidad. No hay derechos sin responsabilidades. Si las personas no entienden que son las primeras responsables de sus propias vidas, la sociedad nunca será exitosa. El principal foco de las políticas públicas, entonces, es otorgar la igualdad de oportunidades, y administrar o regular todo aquello que es común. Ahí está, por ejemplo, la necesidad de erradicar la pobreza y cuidar el medio ambiente, la protección de la infancia, la calidad de la educación.
El segundo principio es entender que equidad no es sinónimo de igualdad, como que la justicia y el derecho no son lo mismo. La “vida” no es injusta, quizás las personas o la sociedad, pero no “la vida”. La “justicia” se define en la sociedad moderna en base al Estado de Derecho, con leyes hechas por los hombres, por ende muy imperfectas. La igualdad, entonces, es sólo un caso particular de equidad. Hay de hecho tres grandes principios genéricos de equidad que se deben articular en una sociedad cada vez más compleja. 1) Para todos por igual: por ejemplo, en temas como la justicia, el acceso a los bienes públicos, y por cierto las oportunidades. 2) De acuerdo a lo que se necesita: los casos de emergencias, salud fundamental, abrigo mínimo. 3) Finalmente, de acuerdo a lo que se contribuye: por ejemplo, en el tema del trabajo, calificaciones en educación, premios deportivos, recompensas u otros. Saber diferenciar cuándo corresponde cuál es fundamental.
El tercer principio es que muchos piensan más que pocos. De lo anterior se deriva que el principal motor de la historia ha sido, y es aún, la iniciativa de las personas. Las ideas cambian al mundo y éstas provienen de las personas; hay que maximizar su iniciativa y emprendimiento. Eso significa descentralización, empresa privada, libre pensamiento, tolerancia, apertura: nuevamente, libertad, libertad, libertad.
El cuarto principio es entender que la riqueza no es sólo material. Hay importantes riquezas de tipo intelectual y también espiritual. Hay además otra gran forma de riqueza, que es de tipo societal (calidad de convivencia, instituciones, confianzas, redes). Dicho de otro modo, la riqueza material no es garantía de desarrollo.
El quinto gran principio es que la excesiva concentración de poderes es siempre mala, sea en lo económico, político, religioso, intelectual o cualquier otro. Una de las grandes tareas del Estado (más que del gobierno) es prevenir que se generen tales concentraciones. Eso debe quedar reflejado en el estatuto social (Constitución), como un gran acuerdo de convivencia de largo plazo.
Finalmente, está el desafío de la gestión, y la seguridad pública, requisitos para que todo lo anterior funcione.
Por todos estos principios, en lo personal, me siento orgulloso de ser de la derecha 2.0. Grande Hinzpeter colocando el tema.