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martes, 24 de agosto de 2010

Un país que mueve montañas, por Cristina Bitar.


Un país que mueve montañas,

por Cristina Bitar.

Hoy escribo desde la emoción, con el corazón, con el orgullo de ser chilena. Hay muchas razones para tener un nudo en la garganta por esos 33 mineros que llevan 18 días a 700 metros bajo tierra, a más de 32 grados de temperatura, sin alimentos, con agua para uso industrial, en la oscuridad y la incertidumbre, y que después de todo este tiempo nos avisan que están bien y nos dan ánimo: ¡ellos nos dan fuerzas a nosotros! Esos 33 hombres son un símbolo de lo mejor de Chile. Trabajadores esforzados que dejan su vida en la entrañas de la tierra, que no han tenido acceso a oportunidades de educación, que viven una vida pobre y sacrificada, pero que, enfrentados a la adversidad más espantosa, nos dan una lección de fortaleza, de espíritu de superación, de temple. Esos 33 mineros son un canto a la esperanza, a la fe en la vida y los seres humanos.


Emoción por sus familias, que nunca perdieron la fuerza y siguieron firmes cerca de ellos. Por esos mineros, operarios de maquinarias de perforación, ingenieros, que han trabajado día y noche, que ayer, al saber que sus compañeros estaban vivos saltaban, se abrazaban y lloraban como niños por la felicidad que sentían. Esa es solidaridad de verdad, que sale del alma y que es el mejor motor para hacer hasta lo imposible.


Emoción por las autoridades de gobierno, desde el Presidente de la República, el ministro de Minería y todas las autoridades que han trabajado como nadie, que sin cálculos políticos se hicieron cargo de un rescate que parecía imposible y se echaron sobre sus hombros la responsabilidad de una tarea que todo el mundo anticipaba que tenía un solo final. Esta era la crónica de una tragedia anunciada; no obstante, el Presidente fue a la mina, se reunió con los familiares, solidarizó con ellos y se hizo parte de un drama que pudo haberle costado mucho en términos políticos, pero primó el ser humano, en él y su gobierno, y se la jugaron el todo por el todo.


Alegría por los millones de chilenos que ayer siguieron con el corazón apretado la suerte de nuestros 33 compatriotas, y lloraron y se emocionaron y salieron a las calles con banderas y tocaron las bocinas de Arica a Punta Arenas. Agradecimiento a los periodistas y medios de comunicación, que se hicieron parte de esta verdadera gesta heroica y transmitieron con respeto, en las horas más duras, y con alegría, cuando las buenas noticias llegaron.


Hoy tengo una conclusión que me llena de orgullo: éste es un país grande, que sabe hacer las cosas bien. ¿Cuántos países desarrollados en el mundo son capaces de llevar a cabo un rescate como éste? ¿Cuántos países desarrollados tienen mineros capaces de sobrevivir en circunstancias como las que han sobrevivido nuestros 33? ¿Cuántos países desarrollados tienen gobiernos con el coraje del nuestro para echarse sobre sus hombros una responsabilidad como ésta y hacer todo lo que hay que hacer, con el ministro personalmente en la faena a cargo del rescate? Estoy segura que muy pocos, y por eso estoy segura de que esta generación verá a Chile entrar en el mundo desarrollado, porque lo merecemos, porque tenemos el liderazgo, los profesionales y los trabajadores.


Quiero hacer humildemente una sugerencia al Presidente Piñera. Cuando esto termine y los mineros estén sanos y salvos, que se levante un monumento en Copiapó: una obra del Bicentenario que tenga una placa con el nombre de estos 33 mineros, para que cada uno de ellos, los más jóvenes en 30 ó 40 años más, lleven a sus hijos y nietos y les cuenten cómo sobrevivieron. Para que todos los chilenos recordemos para siempre esta gesta feliz; recordemos que, cuando todos nos unimos, somos un país grande, un país que por salvar la vida de sus hijos, literalmente, mueve montañas. Un Chile con C de Coraje, H de Heroísmo, I de Ingenio, L de Lucha y E de Esperanza.