¿Funcionan las Instituciones?,
por Mario Montes.
Durante mucho tiempo hemos sostenido que la concertación en sus 20 años de Gobierno abdicó de las funciones reguladoras, fiscalizadoras y contraloras que tiene el Poder Ejecutivo, lo que ha quedado en evidencia al ver los desastres en educación, salud, en el terremoto y ahora con el derrumbe de la mina San José en la Región de Tarapacá.
En educación y salud hemos visto como se destina a estos servicios una inmensa cantidad de recursos, pero al no mejorar la gestión ni tener planes de desarrollo nos encontramos con que la educación ha involucionado a un pasado que no nos permite llegar al progreso y en salud hemos sido testigos de la manera en que se ha deteriorado en servicio.
En el terremoto de febrero todos los chilenos vimos con asombro como la administración se paralogizó y como los recursos destinados a crear una ONEMI moderna y útil se disolvieron sin dejar rastros, los planes para enfrentar la emergencia no se cumplieron y los damnificados quedaron botados durante varios días sin que el Estado reaccionara.
En el caso de la mina San José hemos constatado, con dolor y pena, que a pesar de ser un país minero el SERNAGEOMIN no cuenta con los elementos ni con el personal suficiente para controlar que en las explotaciones medianas y pequeñas existan las medidas de seguridad mínimas que garanticen a nuestros trabajadores trabajar tranquilos.
La pregunta que creemos necesario hacer es que hicieron nuestras Autoridades esos 20 años, en los que tuvieron los recursos a manos llenas como para haber mejorado estas cosas elementales, la respuesta, para nosotros es que se dedicaron solamente a politiquear para mantenerse aferrados al poder, dejando de lado las obligaciones que asumieron con el pueblo al pedirnos su voto.
Hoy, critican ácidamente al Gobierno que asumió la Primera Magistratura hace solo 5 meses y que ha tenido la necesidad, aun antes de instalarse, de afrontar un Estado con instituciones que simplemente no funcionan, una burocracia extremadamente politizada y una situación financiera sumamente compleja, con el presupuesto casi agotado.
Mirando los sucesos y los resultados de estos 20 años de corruptela, saqueo e incapacidad llegamos a la conclusión que fuimos objeto, como país, de una farra espeluznante, a la que el pueblo ni siquiera fue invitado, en la que lo que no se robaron, lo dilapidaron o lo mal gastaron, hipotecando severamente el futuro de los chilenos.
Fueron 20 años perdidos para el país, avanzando sólo por la inercia del modelo desarrollador que dejó el vilipendiado Gobierno Militar, al que sin la más mínima muestra de decencia le han despojado de su gigantesca obra y le han tapado de la basura odiosa a la que nos han acostumbrado estos próceres en su larga e improductiva vida política.