Oportunidades para Chile,
por Hernán Felipe Errázuriz.
Algo raro pasa. Los presidentes de Ecuador y de Venezuela se abrazan con el nuevo mandatario colombiano, al que Chávez calificara de oligarca y mafioso. Evo Morales y Alan García no se insultan. Argentina y Uruguay superaron sus diferencias por la papelera. Ecuador y Perú consolidaron sus lazos. Chile y Perú decidieron estrechar la cooperación oficial. García visitó la embajada de Chile en Lima para celebrar la epopeya de los mineros y no se volvió a mencionar el Huáscar.
¿Qué ha pasado? Chávez, asediado y deteriorado económicamente, limitó sus aventuras internacionales, y Correa y Morales ya no le son dóciles. También favorecen a este cuadro la estabilidad económica predominante en Latinoamérica y el que, salvo en Argentina, ningún mandatario de la región aspira a ser reelecto en los próximos años.
Se abren oportunidades para la cooperación en Latinoamérica. El Presidente Piñera, su canciller, asesores y embajadores las están aprovechando. Descomprimieron tensiones vecinales y el Presidente se incorporó con fluidez a una región plagada de divisiones. Pagó el ingreso con el apoyo a Néstor Kirchner como secretario de Unasur, lo que lo favoreció con Cristina Fernández. Se revitalizaron los lazos con Ecuador y se revirtió la propuesta de Alan García para que Ecuador se desentendiera de los tratados que fijan los límites marítimos a través de paralelos. Se descongelaron las relaciones con Perú. El diálogo sobre la mediterraneidad boliviana se aclaró y se hará sobre bases factibles. Nuevos acuerdos ampliaron los vínculos con Brasil. Celebraremos el Bicentenario en buenos términos con los mandatarios de la región.
No basta lo logrado. Hay que seguir velando por la defensa en La Haya; solucionar el traspié con la embajada en China; dar mayor contenido a las relaciones vecinales y extravecinales; institucionalizar, sin retóricas, la integración y la defensa de la democracia en Latinoamérica; contribuir con discreción a cubrir el vacío que dejará Lula en América Latina; aprovechar las afinidades con los gobiernos de derecha predominantes en Europa; retomar la defensa del libre comercio amagado en Europa, Estados Unidos, Argentina, Ecuador y Venezuela; diseñar instrumentos para proteger, jurídica y efectivamente, las inversiones chilenas en el extranjero de los riesgos políticos; dar fuerza a la transferencia del conocimiento desde el exterior; mejorar la coordinación de la Cancillería con las demás reparticiones del Estado y modernizarla; acercarnos a nuevos referentes como el G-20 y fortalecer la importancia geoestratégica de Arica.
La lista es más larga, las oportunidades aún mayores, y en los desafíos caben todos los chilenos.