Los pactos del Partido Comunista,
por Hernán Felipe Errázuriz.
Los partidos comunistas son res extincta. Hasta resulta anacrónico y poco interesante escribir sobre ellos. Prácticamente, desaparecieron en Occidente hace ya casi 20 años. El grueso de los comunistas se frustró, modernizó y optó por abandonar a su partido.
También en Chile, sólo quedaron los recalcitrantes. Aquí tienen representación parlamentaria gracias a los pactos celebrados con la Concertación. Mediante esos acuerdos, socialistas y algunos dirigentes democratacristianos pretendieron ganar la elección presidencial y conservar el gobierno. Igual perdieron. Muchos prefirieron abandonar esa empresa a tenerlos de socios. ¿Quién podría seguir creyendo en las bondades de la lucha de clases, en la dictadura del proletariado, en la estatización de los medios de producción y en el paraíso comunista?
Los que promovieron la alianza con los comunistas no sólo fallaron en el cálculo electoral, también demostraron infinita ingenuidad. Habría que ser muy cándido para creer que nuestros comunistas se limitan a promover pacíficamente su inocua Declaración de Principios contenida en escritura pública, cuyo extracto fue publicado en el Diario Oficial de fecha 14 de abril de 2010.
Ahora se denuncia que el Partido Comunista chileno (PC) celebró pactos encubiertos con el narco-terrorismo de las FARC. Era presumible: las FARC nacieron como brazo armado del comunismo de Colombia y el PC chileno siempre las ha apoyado y homenajeado públicamente. Persistentemente se ha opuesto a considerar a la guerrilla colombiana como una organización terrorista; para él son “beligerantes”. Prefiere omitir que las FARC practican el secuestro, que reciben dineros del narcotráfico, que recurren a la violencia armada para controlar territorios y que amedrentan utilizando bombas, causando víctimas inocentes. Así lo han hecho esta semana, para advertir y procurar atemorizar al Presidente Santos, a días de haber él asumido la Primera Magistratura de Colombia.
El pacto del PC con la Concertación le ha permitido elegir alcaldes y diputados. Los acuerdos con las FARC le permiten contar con entrenamiento para sectores mapuches radicalizados. La Fiscalía Nacional debe investigar esos lazos, los financiamientos del PC y su complicidad con la violencia desencadenada en La Araucanía.
Esa tarea debió haberla hecho la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI), pero no la hacía, pues se trataba de socios en la coalición de gobierno y de simples beligerantes. La semántica impedía prevenir e investigar las conexiones y financiamientos del PC. A ver qué pasará ahora en esa sociedad.