Peligrosa complacencia.......No más impunidad.
Hemos perdido la capacidad de asombro, ya es tal la cantidad de irregularidades, eufemismo utilizado para referirse a los robos o a las malversaciones de fondos públicos, que ya la corruptela no nos llama la atención.
La delincuencia ha llegado a tales extremos que los asaltos, cartereos y los robos casi no son noticia, la violencia se ha tomado los espacios públicos y nadie parece preocuparse del hecho.
La comercialización de las drogas se hace bajo las barbas de la policía y a vista y paciencia de grandes cantidades de ciudadanos, sin que a nadie llame a escándalo ni tampoco sea parte de las informaciones.
El terrorismo, sea este el de grupúsculos Mapuches o de desadaptados anarquistas, nos golpea de manera permanente sin que se levanten voces de protesta exigiendo sanciones para los responsables.
Los políticos nos han mentido durante tanto tiempo que ya nadie discute que sus ofrecimientos y programas de acción son falsedades, pero nadie reclama contra este estado de cosas.
Se legisla con nombre y apellido, para favorecer a ciertos grupos de presión, sin que reaccionemos ante las feroz injusticia que implica que solo se beneficie a aquellos que tienen la fuerza o el poder de su lado.
La Judicatura abandona su deber de impartir Justicia para transformarse en brazo ejecutor de la vendetta izquierdista, aunque para ello deba torcer la nariz de la Ley o falsificar situaciones.
El pituto y el nepotismo se han transformado en algo tan permanente y corriente que hasta encontramos a los beneficiarios de estas lacras defendiendo sus privilegios sin que el pueblo proteste por esta monstruosidad.
La coima ha llegado a ser tan cotidiana, que incluso en las encuestas se refleja que amplios sectores obtienen contratos o beneficios solamente aceitando a los contratantes, sin que nadie se ofusque.
Creemos que todo lo anterior, que es solo un vistazo a las reales dimensiones de la corruptela, debiera ser un campanazo de alerta sobre la sociedad que estamos creando y los peligros existentes en su entronización.
Nosotros vemos que vamos en un proceso de colombianización, de gatemaltequización o de argentinización en donde lo extraño e ilegal se transforma en lo normal.
Esperamos no llegar a los extremos que se ha llegado en otros lados, pues de hacerlo, deberemos pagar una dolorosa cuenta por haber permitido que gentes sin valores se adueñen de nuestro país.