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miércoles, 22 de junio de 2011

Educación, empleabilidad y libertad, por Felipe Cubillos.



Educación, empleabilidad y libertad,

por Felipe Cubillos.



De nuevo nuestro país ha sido “sorprendido” por protestas de estudiantes que reclaman por la muy mala educación que reciben. Sean mis primeras palabras de solidaridad para con ellos; es que me cuesta imaginar que seamos capaces de construir una mejor sociedad, más justa y más humana, sin que mejoremos de verdad la educación de nuestros jóvenes.


Habiendo dicho lo anterior, quisiera aportar algunas ideas personales a la discusión.


PAA versus PSU. Hoy día los estudiantes reclaman que la PSU discrimina más que la antigua y vilipendiada PAA. Tremendo descubrimiento. Me pregunto dónde están los genios, los iluminados que creían que las escuelas iban a ser capaces de pasar el contenido mínimo fijado desde el Ministerio. Evidentemente, dado el estado actual de la educación, es preferible sincerar la realidad y reconocer que las aptitudes discriminan menos que los contenidos.


Acreditación. Me confieso un completo escéptico. ¿El Estado chileno actual está de verdad en condiciones de acreditar la calidad de la educación? Si de verdad queremos informar a nuestros estudiantes y sus familias qué tipo de educación recibirán en cada establecimiento, el Estado podría financiar un estudio anual de expectativas de empleabilidad y remuneraciones de los profesionales que egresan de cada universidad. ¿Cuánto se demora en encontrar trabajo el ingeniero de tal o cual universidad? ¿Qué sueldo recibe la sicóloga de esta otra? O sea, que la acreditación no la ponga un funcionario, sino que miles de personas eligiendo libremente. O sea, más libertad.


El lucro. Aquí es donde se muestra en su plenitud la hipocresía que reina en nuestra sociedad. Por una parte, universidades sin fines de lucro (así lo fijó la ley), cuyos fundadores rentan por la vía de sociedades inmobiliarias; por otra parte, aquellos que encuentran inmoral el lucro: políticos, comunicadores, funcionarios, rectores, decanos, profesores. Como si todos fueran altruistas y, frente a la opción de elegir entre ganar más o ganar menos, todos ellos elegirían ganar menos. Permítanme, de nuevo, ser un escéptico. ¿Qué tal si dejamos que las universidades definan libremente qué tipo de estructura quieren darse, y así algunas se organizarán como fundaciones (sin fines de lucro) y otras como sociedades anónimas (con fines de lucro), mientras otras seguirían siendo públicas. De nuevo, les daríamos la posibilidad a los estudiantes de que elijan ellos, y no un grupo de “iluminados” pensando la educación que otros recibirán. Las que se organicen en fundaciones, en aras de la transparencia, publicarían los sueldos de sus autoridades y funcionarios, y así mostrarían transparentemente a dónde van los excedentes; las que se organicen como sociedades anónimas publicarían balances auditados, y las públicas, lo mismo. Quizás a estas últimas habría que buscarles un estatuto especial, pues la burocracia estatal les entraba la posibilidad de competir (para que un profesor viaje al extranjero, el decreto debe firmarlo el ministro, por ejemplo). Pero que sean los estudiantes los que elijan qué tipo de universidad quieren: las dirigidas por altruistas que reniegan del lucro o por empresarios que sueñan con grandes universidades para Chile y deben por tanto arriesgar sus patrimonios para conseguirlo, o bien las públicas, dirigidas por el Estado de Chile. O sea, de nuevo, más libertad.


Cualquier cambio en educación toma tiempo. Por cierto, mucho más tiempo que el que tiene cualquier gobierno de 4 años, y, por lo tanto, los incentivos de la política no están alineados con los de la educación. ¿No será tiempo ya, después de tantos fracasos, de sacar a la educación de la pelea política? Cuando el control de la inflación era una herramienta de manejo político, se creó un Banco Central independiente y se acabó el problema. Quizás algo parecido podríamos hacer con la educación, un «Banco Central» de la educación, que funcione independientemente de los gobiernos de turno, con un presupuesto y planta independientes.


Y se me acabó el espacio de la columna, cuando justo quería hablar de lo más importante: la enseñanza técnica, las condiciones de empleabilidad y lo mal que está la educación en nuestro país. Es que quizás me pasa lo mismo que a Chile: lo accesorio no nos da el tiempo para pensar en lo sustantivo.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Felipe eres un genio , estoy absolutamente de acuerdo con todo , y por favor intenta retomar desde donde se te acabó el espacio , me gusta leerte eres un tipo pensante y culto , podrías estar más cerca de los políticos para darles una manito con las ideas ... gracias