¿Entienden los estudiantes lo que hablan?,
por Sergio Melnick.
El Partido Comunista ha movilizado nuevamente a sus huestes estudiantiles, con el viejo estilo de hacerles repetir como papagayos consignas que no entienden mucho, pero suenan bien: «la crisis de la educación superior», «el lucro satánico», «la necesidad de más educación pública, ojalá gratuita» y «la democratización de las universidades». Todo eso suena bien, pero carece de mucho fundamento. Es difícil pensar que un muchacho de 18 ó 20 años sepa mucho de sistemas educacionales, si ni siquiera ha completado una carrera ni menos ha hecho un posgrado. Por eso protestan como masas, no con ideas, que es el verdadero mundo de las universidades. Y es que el mundo del conocimiento (como el de las religiones) es elitista y jerarquizado por naturaleza, y mandan los que saben, no los que son más numéricamente: las nuevas teorías no se aprueban por votación. Los estudiantes quieren decirles a los demás cómo hay que hacer lo que ellos mismos no saben. También recurren a la violencia, como lo vimos con el ministro, signo de que no tienen ideas.
Qué duda cabe de que se requieren ajustes en la educación superior, pero eso es muy diferente a sostener que el sistema está en crisis. Hoy, gracias al lucro (el deseo natural de querer estar mejor), tenemos un millón de estudiantes en ese nivel, debido las nuevas universidades privadas creadas desde los 80. Tenemos más posgrados que nunca. Tenemos más relaciones internacionales de intercambio estudiantil que nunca. Nos llegan más extranjeros a nuestras universidades que nunca. Muchas privadas ya compiten mano a mano con las grandes tradicionales, y son ampliamente preferidas a las tradicionales mediocres. Un millón de estudiantes representa el 40% de los jóvenes entre 18 y 14 años, y queremos llegar al 80%, como en los países inteligentes, como Japón. No hay que ser un genio para darse cuenta de que para eso necesitamos muchas más universidades y centros técnicos o tecnológicos. Curiosamente, la izquierda quiere menos.
La universidad no tiene como función garantizar empleo, sino mejorar la capacidad de pensar y de aprender de manera autónoma. El resto es siempre individual. Cada estudiante debe poder escoger libremente la carrera que quiere. Pero la izquierda habla de los cesantes ilustrados, desconociendo que los egresados de las universidades ganan 4 veces más que los que no van, y que la gran mayoría sí encuentra empleo en menos de un año. Ser cesante con un título ciertamente da más oportunidades que sin éste: es cosa de preguntarles a las personas qué prefieren.
A un país nunca le sobra educación (capacidad de pensar y aprender independientemente). Le puede sobrar entrenamiento, que es una especialización de la capacidad de pensar. Nuestro sistema de educación superior obliga a los estudiantes a especializarse a los 17 años, y eso es un crimen. Junto con aumentar el número de universidades y centros, hay que moverse al sistema de college de una vez, y tener un sistema diverso de selección, no único. Hay que igualar las condiciones crediticias para todos, con créditos muy blandos subsidiados. También, tener muchos estímulos a la excelencia. Hay que mejorar el gobierno corporativo de las tradicionales, para garantizar el adecuado uso de los recursos. Hay que mejorar la acreditación, que es casi una burla, y facilitar la acreditación internacional. Hay que apuntalar seriamente la investigación y los posgrados. Hay que dar mucho más énfasis a la internacionalización. Y también avanzar a los modelos de gestión de conocimiento más que de contenidos.
La gran mayoría de los postulantes tiene alrededor de 500 puntos, y eso significa que quedan fuera de las tradicionales de excelencia (porque hay tradicionales que no lo son). ¿Entonces hay que dejarlos fuera? Claro que no. Por eso necesitamos un sistema de educación que pueda acercar el primer peldaño de la educación superior hacia abajo. Es evidente que ese sistema tendrá una enorme diversidad de entidades de distintas calidades: una pirámide de base amplia. De hecho, el aporte educacional que hace una universidad o el valor que agrega al estudiante de 500 puntos es mucho más que lo que le dará al de 700. Esa es una sociedad que abre oportunidades.
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