Reflexiones sobre fútbol y política,
por Roberto Ampuero.
Como para muchos el Mundial de Sudáfrica terminó con la eliminación de nuestra selección, deseo expresar tres reflexiones en torno a este deporte, tema obligado en estos días.
La primera: urge la incorporación de nuevas tecnologías para perfeccionar los arbitrajes, al menos en torneos internacionales. La negativa de la FIFA a renovar en este ámbito está creando situaciones inaceptables, que terminan por frustrar a naciones enteras, causar daños multimillonarios a los afectados y poner en duda la transparencia del torneo. Casos como el de la selección de Irlanda, que no asistió al Mundial pues fue eliminada mediante un gol con la mano que vio el planeta entero, pero no el árbitro; el de Inglaterra, a la que no le cobraron un legítimo gol ante Alemania que pudo haber cambiado la historia; o el de México, para el cual resultó letal un gol desde posición indebida, muestran que el fútbol tiene que incorporar cámaras a los arbitrajes.
Esta práctica, usual en el fútbol americano y el tenis, permite examinar en el acto cobros discutidos, acabar con el juez infalible y limitar la corrupción arbitral. Los árbitros surgieron como instancia inapelable simplemente porque antes no existía la tecnología para repetir jugadas. Si la FIFA sigue sin modernizarse, en el próximo Mundial ocurrirá algo inaudito: no sólo el planeta entero, sino también el estadio completo, premunido de teléfonos inteligentes, podrá examinar con segundos de diferencia lo que verdaderamente ocurrió en la cancha. En caso de un yerro garrafal, sólo el árbitro, sus asistentes y 22 jugadores seguirán participando en una ficción que estará al margen de lo que ve el resto de la humanidad.
Mi segunda reflexión: me inquieta que, en caso de que Marcelo Bielsa no continúe como entrenador y cambie la directiva del fútbol nacional, retornen los erráticos estilos de dirección de antaño, perdamos la visión de futuro y terminemos practicando el fútbol arratonado que nos caracterizó en el pasado. Mi gratitud emocionada al argentino por la revolución que impuso en el juego de nuestra selección (que aún no contagia al fútbol nacional), y por lo que aportó a la autoestima y la felicidad de la nación. Bielsa nos permitió soñar como ya no lo logran los líderes políticos.
Y la tercera: aplaudo el manejo de la selección por parte de los directivos del fútbol, pero como ciudadano les pido una cosa: no sigan mezclando la política con el equipo de todos. Desatinado me parece asociar a ex mandatarios con el cuadro que representa al país entero y que se financia con recursos de todos. Si la Roja comienza a identificarse con políticos —de izquierda, centro o derecha—, se estará destruyendo una de las pocas instancias donde todos, sin distinción social ni ideológica, convergemos, celebramos la unidad nacional y empujamos en la misma dirección. De los líderes de la selección esperamos no sólo que mantengan el respeto republicano por la figura del Presidente chileno de turno, sino también que no conviertan a ex mandatarios —no importa su color— en patronos del equipo de todos. Éste no es el cuadro de un partido o una campaña política, sino la selección del conjunto de los chilenos, convocados en torno a una sola bandera, la tricolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario