El rector Pérez reprueba mal,
por Sergio Melnick.
Víctor Pérez perdió su altura de rector. Pasó derecho a la política de barrio, con palabras altisonantes, opiniones con poco fundamento y una abierta falta de cortesía básica con el Jefe de Estado. Casi como Bielsa, mostrando así, de mala manera, sus sesgos ideológicos personales. El rector Covarrubias, de la Universidad Mayor, se lo hizo notar públicamente con todas sus letras. Esta universidad está en proceso de acreditación en EE.UU., la primera en Sudamérica. No estaría mal que Pérez acreditara a la Chile de igual manera.
Pérez se ofendió porque aparentemente el Gobierno no lo consultó, y se enteró de algo por los diarios. No le resto mérito alguno al rector, que por cierto los tiene, pero se pasó un poco de la raya. Sus descalificaciones fueron muy fuertes. Quiere ser juez y parte a la vez. Quiere competir solo en la cancha. Cree que los rectores de las privadas son de poca categoría, que no se pueden sentar al Consejo de rectores, entidad ya muy obsoleta.
Además, no tenemos claridad pública de cuáles son los verdaderos logros de su primer período de 4 años. No está claro que su universidad sea un ejemplo en la gestión. Si se la compara con su competencia directa, la Universidad Católica, el resultado no parece muy auspicioso. Es cosa de ver el personal administrativo por alumno. Y para qué hablar de las duplicaciones de programas académicos entre facultades, difíciles de explicar. Para qué vamos a indagar las corporaciones y otras entidades que usan algunas facultades para fabricar rentas. Pérez cree que Chile es la única universidad laica del país, y se equivoca una vez más.
El rector, además, degradó de manera ofensiva y gratuita a las universidades privadas, olvidando que son decenas de miles sus egresados empujando el país. Y hay universidades de todos colores y tendencias, no como cree Pérez. De hecho, hay muchos profesores de la Chile que hacen clases en ellas, y hoy hay más estudiantes en las privadas que en las públicas. Para él, todo lo privado es como el eje del mal, haciendo generalizaciones inaceptables para un rector ilustrado. Habló con ira y descontrol, no con sabiduría.
Hay un punto esencial que Pérez no parece entender: el compromiso del Estado es sólo con la Educación, con mayúscula, sin apellidos, no con instituciones en particular. Si la excelencia o la solución histórica viene de tener instituciones públicas, bienvenido sea, pero no es una condición. Y si los buenos estudiantes quieren ir a las privadas, allá debe ir el subsidio; igual si es que hay buenos proyectos e ideas en éstas. Se equivoca Pérez al atribuirle virtudes superiores a una entidad por el solo expediente de ser pública. La evidencia, de hecho, creo que le juega en contra.
El conocimiento (como la fe y la milicia) no es precisamente un fenómeno democrático, sino elitista por esencia. Deben mandar y dirigir los que más saben, no los más populares. En la universidad, desde el punto de vista del conocimiento, vale más un profesor titular que un asistente, y ciertamente mucho más que un estudiante. Otra cosa es como ciudadanos. Ya vimos al rector Pérez equivocarse de plano al forzar la salida del decano de Derecho por la presión de los estudiantes. Unos pocos le tomaron la facultad por la fuerza, y no tuvo los pantalones para desalojarlos. Tanto se equivocó, que los académicos lo eligieron de nuevo hace poco.
La investigación y el desarrollo del conocimiento no es mejor por el sólo expediente de provenir de una entidad pública. La búsqueda de la verdad científica no es mejor por ser pública o privada.
El rector fue más lejos, y acusó al voleo de mercantilista a la educación privada, y de tener escándalos de tribunales. Se olvida quizás de los escándalos MOP-GATE en los que su universidad estuvo envuelta. Pérez no es dueño de la ética. Se olvida además de su prima estatal, en que han encontrado bombas incendiarias y “estudiantes” violentos. ¿Eso es academia?
El enorme desarrollo de la educación superior que ha habido en Chile en los últimos 30 años viene especialmente del empuje privado. Hay unos 750 mil estudiantes en el sistema, y ojalá pudiéramos llegar al millón o más. No soy complaciente con éstas, creo que debemos exigirles mucho más, particularmente en investigación. Pero lo primero es entender que en Chile se necesitan más universidades y centros técnicos, y no menos, como les gustaría a Pérez y probablemente a algunas privadas también.
A un país jamás le sobran educación o capacidad de pensar.