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miércoles, 14 de julio de 2010

Hablemos del indulto Bicentenario.


Hablemos del indulto Bicentenario.

La indulgencia, en el caso de los uniformados presos, es una necesidad para lograr la Unidad Nacional, pero no como medida de beneficencia, sino porque será un paso para restablecer la verdad de lo que realmente sucedió en Chile desde los años 70 en adelante.


La proposición que hará la Iglesia Católica, junto con las Iglesias Protestantes y ortodoxa, contará, que cuenta además con el respaldo de la Masonería, lo que da al planteamiento la solidez de ser planteado por las más importantes organizaciones espirituales del país.


Creemos que las descompuestas declaraciones que hemos visto de la concertación corresponden a la búsqueda, por cierto pequeña, de obtener ventajas políticas circunstanciales, pero en caso alguno a una mirada de Estado ni pensando en el país.


Se ha alegado que esta solución pondría en riesgo el combate a la delincuencia, lo que nos parece un absurdo desproporcionado, sobre todo si consideramos que la mayoría de los condenados por presuntos delitos de derechos humanos son ancianos y están enfermos.


Al exponer estas ideas, consideramos importante tener en cuenta, que a los adversarios de los que hoy están en prisión se les ha otorgado todos los beneficios del caso, los mismos que les han sido permanentemente negados a su contraparte de esa lucha fratricida.


Queremos insistir en nuestra consideración que esta es una oportunidad única, tanto para el Presidente Piñera, como para los opositores, para terminar con las odiosidades que dividen al país y una forma ejemplar de lograr que todo el país se ponga a trabajar por llegar al desarrollo.


Quedarse pegados en el pasado, o institucionalizar una miserable venganza, no colabora a sanar las heridas del pasado reciente, sino, que lo que consideramos más grave, nos amenaza con mantener vigentes situaciones que en un estallido pueden arrasar con nuestra institucionalidad.


Porque no queremos arriesgarnos a seguir manteniendo al país en situaciones límites, pensamos que es imprescindible sanar espiritualmente a la nación, a la vez de recuperar una verdad que le ha sido escamoteada a los chilenos, a los que solo se ha considerado para pagar la cuenta de las incapacidades.


El pueblo de Chile tuvo que pagar la cuenta de las odiosidades y del desastre provocado por el Gobierno de Allende, tuvo que apretarse el cinturón para reconstruir el país, institucionalizarlo y llevarlo a la senda del desarrollo, pero, ya estamos cansados de pagar cuentas ajenas.