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domingo, 7 de junio de 2009

Hace 37 años.

(Edmundo Pérez Zujovic junto al ex Presidente
Frei Montalva).
Hace 37 años.

Hace treinta y siete años el grupo terrorista Vanguardia Organizada del Pueblo, VOP, asesinó al dirigente opositor, ex Ministro del Interior y Vicepresidente de la República, y posible candidato a la Presidencia para evitar que Allende se entronizara en el poder, Edmundo Pérez Zujovic.

El grupo “ejecutor” no era un grupo político cualesquiera, era dirigido nada menos que por el Director de Investigaciones, el siniestro Coco Paredes, cuya traición hizo que uno de los integrantes de la VOP se auto inmolara en el edificio de la Institución tratando de eliminar al “jefe”.

Este militante demócrata cristiano, signado de fascista, de extremista de derecha y de anti-popular por el oficialismo socialista, fue marcado “políticamente” y se le echaron los “perros” del terrorismo para sesgar su vida llena de éxitos y con brillante futuro.

Sin duda este crimen, de cuya víctima nadie recuerda sus derechos humanos, ocurrido en medio de una cobarde encerrona, no debe llevar a una profunda reflexión sobre los derechos fundamentales de los ciudadanos y cuándo comenzaron las persecuciones políticas o el pisoteo de los derechos individuales.

En esa época eran “famosos” los “guatones de la PP, policía política que precedió a la creación de la DINA, la “parrilla” y los “hábiles interrogatorios” a golpes eran el pan de cada día, el soplonaje campeaba por doquier, la Justicia, interdicta por falta de fuerza para cumplir su fallos, era casi inexistente.

Los partidos de oposición -democracia cristiana, democracia radical, nacional, entre otros grupos- intentaban dialogar con un Gobierno empecinado en establecer la dictadura del proletariado, así tuvieran, como lo hicieron, que pasar por encima de la Constitución y las Leyes.

Hoy lunes, 8 de Junio, se cumplen 37 años de esta criminal acción y, curiosamente encontramos al hijo del fallecido ex Ministro ocupando el cargo que ostentó su padre, pero claro, ahora sentado en la misma mesa que aquellos que intelectualmente gatillaron las odiosidades que le costaron la vida a su progenitor.

La reflexión a la que nos conduce este recuerdo histórico es sumamente simple, pues nos lleva a comprender una realidad insoslayable, los que hacen gárgaras con la defensa de los derechos humanos “son tuertos”, miran para un solo lado, los derechos de los demás simplemente no existen.

A lo mejor, lo más grave que vemos en esta situación es que existen en la explotación de las víctimas, tema en el que actúan como buitres, bastardas intenciones de lograr dividendos políticos y de obtener del Estado jugosas indemnizaciones por la situación “fabricada” por ellos mismos.