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viernes, 19 de junio de 2009

Chiquillos manipulados + fuerza = Toma cultural, por Sergio Melnick.

Chiquillos manipulados + fuerza = Toma cultural,
por Sergio Melnick.

No cabe duda de que la Concertación lo ha hecho muy mal en educación. Ha gastado más que invertido; los resultados han sido mediocres. Por ello es claro que se requieren reformas importantes. Pero la LGE que viene en camino es sólo un mal refrito de un pésimo proyecto inicial enviado por el Gobierno, que como tal no podía pasar. En suma, es sólo más de lo mismo.



De lo mejor que ha circulado, por años, en el tema es el proyecto 2020, de Waisbluth. Este tiene propuestas concretas, que parten con los directores de escuelas, que deben cambiarse ayer. No tiene color político y ha sido recibido muy tibiamente por el Gobierno, que prefiere ponerle techo al Estadio Nacional antes que darle esa plata al 2020. Los mil millones de dólares que va a costar el puente de Chacao serían infinitamente más rentables para la sociedad si se invirtieran bien en educación.



La izquierda siempre ha querido controlar la educación, es parte de su ideología.



Sueña con la ENU, al estilo de las viejas dictaduras socialistas fracasadas. Es el pilar central para construir “el hombre nuevo” bien adoctrinado. Pero, ¿cómo podría el hombre “viejo”, el real, engendrar a uno nuevo diferente a sí mismo? Después de 50 años de revolución y total dictadura en Cuba, ese hombre nuevo no sólo no nació, sino que además se empobreció tremendamente.



Por eso irrita tanto lo que pasa con esta “toma cultural” trucha. Quienes sean los adultos que han manipulado a estos chiquillos son unos cobardes que no dan la cara.



Les están haciendo mucho daño a los niños y también a la educación. Los profesores que los han apoyado son muy irresponsables, no son maestros. Y los chiquillos, bueno, son sólo eso: niños jugando con fuego a ser adultos. Y los padres que no se ponen las pilas, también están fallando en su propio rol.



Curiosamente, la Presidenta prometió “la más grande revolución en educación en Chile”, y ni siquiera tenía una propuesta. En su desesperación armó una especie de asamblea de 80 personas para discutir el tema y de poco sirvió. Sigue sin saber qué hacer.



Y ahora estos niños, manipulados por irresponsables, se permiten hablar de grandes políticas públicas en temas de educación, pero curiosamente ellos aún tienen muy poca educación. ¿De dónde vendrán esas consignas? ¿En qué las sustentan?



¿Sabrán estos niños siquiera la diferencia entre el Estado y el Gobierno? Es evidente que no, porque claman por la estatización de una educación que ya es estatal. Lo que proponen es que ésta dependa directamente del gobierno central, un error de gestión que ya se cometió muchas veces. Pero, ¿cuánto pueden saber de la historia de la educación en el mundo? Y si el gobierno administra la educación, ¿quién la controla entonces? El control a sí mismo es poco razonable. ¿Qué podrán saber estos niños de administración?



¿Entenderán acaso que es necesario primero hacer reformas al sistema de educación superior, hacia donde están orientados ellos? Claro que no, porque ni siquiera han llegado ahí.



La ministra de Educación tampoco entiende, ya que altera toda su agenda para recibir a estos niños, que le darán, a ella, una clase sobre políticas de educación.



Además, le imponen condiciones, como si fueran dueños de la verdad. El Congreso, a su vez, también debe recibir a estos niños para que expliquen cómo debe ser la educación. Es insólito. Y nadie se atreve a decirles, en su cara, que son niños, porque les tienen miedo a sus rabietas y que sigan con la fuerza de la toma, o pase a peor. ¿Cuántas personas ilustradas que tienen propuestas serias de educación, que han investigado y escrito sobre el tema, que han dado clases, no han sido jamás recibidas por el ministro o el Congreso? ¿Qué méritos tienen estos chiquillos para esos privilegios?



Todo esto es un pésimo precedente. Si quieren opinar, lo primero que deben hacer estos niños es escribir un documento formal, con detalles, fundamentos conceptuales, y cálculos de sus propuestas. En base a éste, publicado y enviado a quienes corresponda, se puede empezar una discusión. Así se hacen estas cosas. Eso es, por ejemplo, lo que hace Educación 2020.



Pero son sólo niños, simplemente no sabrían cómo hacerlo, y la sociedad está fallando severamente al no mostrarles los límites más elementales. Se les están validando las rabietas, no educando.