“Pon la plata donde están tus palabras”,
por Cristina Bitar.
“Put your money where your mouth is”, es un dicho americano que se refiere a hacer las cosas y no sólo hablar de ellas ni prometerlas. Es una frase atingente en estos días en que parte la discusión del Presupuesto 2012. La oposición ha anticipado una tramitación difícil para el proyecto; ese anuncio debe precisarse bien en su sentido y alcance, pues ésta es por lejos la ley más importante del año para el funcionamiento del Estado y, por muchas razones, una prueba de fuego para medir la capacidad de gobierno y oposición para ponerse de acuerdo. Es probable que la Concertación vea en el presupuesto una oportunidad de mostrar una falta de compromiso del Gobierno con el gasto social, y que, por su parte, el Ejecutivo arguya que el gasto público desmedido tiene efectos negativos en parámetros macroeconómicos importantes y en el tipo de cambio.
De todo se ha visto en la discusión de este proyecto, desde la guerra civil de 1891, gatillada en última instancia por una imposibilidad de ponerse de acuerdo sobre el presupuesto, hasta el bochornoso incidente en que algunos parlamentarios exigían dejar partidas enteras en $1.000, por no estar de acuerdo con ellas. En momentos de alta volatilidad e incertidumbre mundial, es importante tener en cuenta que la gente espera al menos tres cosas.
Primero, transparencia en la discusión. Vale decir, que se pongan sobre la mesa en forma clara los antecedentes que permitan a cada chileno informado sacar sus propias conclusiones respecto de las prioridades en el gasto público para el próximo año: dónde, en qué y para qué se va a gastar el dinero. La oposición tiene que hacerse cargo de la historia, pues no sería justo que le exigiera a la actual administración algo que fuera mucho más allá de lo que ellos hicieron cuando fueron gobierno. Pero al Gobierno y a la Alianza se les debe pedir una posición clara y coherente respecto de su propuesta, ya que un gobierno que es minoría en ambas cámaras no puede darse el lujo de mostrar divisiones a la hora de defender su planteamiento presupuestario.
Segundo, hacerse cargo de la realidad económica internacional, que anuncia un 2012 muy complejo. En ese sentido, no es razonable pensar que en un período de crisis el Estado pueda, a través del gasto público, hacerse cargo de sostener toda la economía. Hay que defender el empleo privado con mucha responsabilidad, pues ahí está la inmensa mayoría de los trabajadores del país. Los nubarrones económicos tenemos que despejarlos lo más rápidamente posible. Eso significa un sector privado que no pierda dinamismo, en que ojalá no se destruyan puestos de trabajo. Al mismo tiempo, un gobierno que tiene que asumir un país que espera políticas sociales más activas en períodos de crisis; el concepto de un gasto público contracíclico está bastante arraigado después de veinte años de administración socialdemócrata, pero con responsabilidad fiscal.
En tercer lugar, gran capacidad de diálogo político. Las encuestas nos hablan de un país que no está contento con la gestión del Gobierno ni con la de la oposición. Enfrascarse en una discusión que convocaría a todo el espectro político durante varias semanas, que sin duda tomaría un carácter de recriminaciones mutuas, es un juego de suma cero. En él no gana nadie y sólo terminaremos con una política más desprestigiada. Desde que regresó la democracia, nunca la discusión presupuestaria ha terminado sin acuerdo, pero esta vez hay una gran diferencia: la oposición tiene mayoría en ambas cámaras. Eso no sucedió nunca durante los cuatro gobiernos de la Concertación. La oposición tiene, entonces, una responsabilidad especial, distinta de la que tuvo en su momento la Alianza: éste es el momento de que comprenda que está en una posición estelar y que lo que le rendiría sería actuar con generosidad y espíritu de acuerdo. Una ley de presupuesto tramitada razonablemente y resuelta con amplia mayoría sería un gran logro, que capitalizaría principalmente quien controla el Parlamento, que es la oposición.
Estas próximas semanas serán muy importantes para la opinión que la gente tiene de la política y los políticos. Serán una verdadera prueba de fuego. Ojalá no la desperdicien, porque necesitamos con urgencia recuperar la adhesión de dos coaliciones que le han dado gobernabilidad y estabilidad a Chile.
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