Promocione esta página...

martes, 26 de julio de 2011

Podemos recuperar la cordura, por Cristina Bitar.


Podemos recuperar la cordura,

por Cristina Bitar.



Estados Unidos se encuentra hoy al borde de la crisis debido a un desacuerdo entre demócratas y republicanos sobre el tope de la deuda pública. En rigor, una discusión que tiene mucho de ideológica y otro poco de estratégica, debido a las elecciones que se vienen el próximo año, puede dejar sin servicios federales a millones de norteamericanos. ¿Suena esto a cordura? Para mí no. En el mismo país, en octubre pasado, los comediantes Stephen Colbert y John Stewart convocaron a más de 200.000 personas en Washington bajo la consigna de “Rally to restore sanity”. La idea era llamar la atención de la clase política en momentos en que el debate estaba dominado por la agenda electoral y por dilemas tan absurdos como el certificado de nacimiento del Presidente Obama.



En España, hace unas semanas, más de 250.000 personas se manifestaron y ocuparon espacios públicos como una demostración de su indignación en contra del sistema político y financiero. Su protesta no sólo llenó los diarios de todo el mundo y se acopló a las voces europeas que piden cambios, sino que originó la derrota del PSOE en las elecciones locales, precipitando el anuncio de Zapatero de no competir por la reelección y que hoy lo tiene al borde de la renuncia. Pero la crítica del movimiento del 15-M (por el 15 de mayo, en que realizaron la famosa “acampada” en la Puerta del Sol en Madrid) no hablaba específicamente contra Zapatero o Rajoy, tampoco contra el gobierno, sino que exigía “democracia real, ¡ya!” y apuntaba con el dedo a los dos partidos principales de España de haberles dado la espalda a la ciudadanía.



El año pasado, en Inglaterra, se realizaron las marchas y protestas más grandes de ese país desde la guerra de Irak. En este caso, eran los estudiantes los que salían a la calle para reclamar por el alza en el costo de la educación superior. Su reclamo sí se enfocaba directamente en contra de una política estatal, en especial contra el partido Liberal Demócrata que se había comprometido a no subir el costo de la universidad durante su campaña. Pero detrás de eso había un sentimiento más profundo y general: rabia contra el sistema político imperante y un llamado urgente a la clase política a tomar en cuenta a la ciudadanía.



¿Qué tienen estos eventos en común?, ¿de qué nos sirven para analizar el alto nivel de conflictividad que tenemos en Chile? Yo creo que de mucho. Hoy las encuestas no sólo nos muestran el descontento de la ciudadanía con temas concretos, como nuestra estrategia energética o la calidad de la educación, sino que el mayor descontento es con nuestra clase política. Ni el Gobierno ni la oposición logran concitar apoyo ciudadano y sus principales figuras sólo cosechan pérdidas de popularidad. Es decir, el mismo problema que vemos en otras partes del mundo, lo encontramos en Chile. Esto es, una clase política alejada de los verdaderos intereses de la ciudadanía y que está más preocupada de sus propias peleas y descalificaciones. Esto es grave ya que Chile no puede darse el lujo de perder la oportunidad de alcanzar su desarrollo y reducir desigualdades por las desavenencias de su clase dirigente. No podemos permitir que quienes llevan el volante de nuestra institucionalidad pierdan de vista el rumbo, por pelearse con el adversario.



En ese sentido, el reciente cambio de gabinete del Presidente Piñera pareciera ser la primera señal de esperanza. El Presidente no sólo acusó el golpe de que la ciudadanía estaba exigiendo más atención, sino que incorporó a su equipo a dos de los parlamentarios de su sector que cuentan con el mejor récord de acuerdos con la Concertación: Pablo Longueira y Andrés Chadwick. Ambos, junto al resto del gabinete tienen la enorme tarea de restaurar la cordura en el debate público. Su misión no es menor, pues deben demostrar que los acuerdos que logren construir no son sólo montajes para la foto, sino que representan a una clase política que escucha y aprende de sus propios errores. Chile ha logrado ser ejemplo en otras partes del mundo por sus exitosos procesos políticos. Si superamos esta prueba, quizás hayamos encontrado la fórmula para recuperar la cordura perdida y un camino concreto hacia el desarrollo.

No hay comentarios: