Desde lo políticamente incorrecto,
por Felipe Cubillos.
Parece ser que en nuestro querido país se ha instalado una suerte de crisis de confianza que cruza transversalmente a la sociedad. Ya nadie le cree a nadie: la clase política no cumple lo que promete, los empresarios engañan, los curas abusan de menores, etc., etc. ¡Es ya casi un deporte nacional predecir cuánto bajará la aprobación de cada institución en la próxima encuesta!
Qué duda cabe, hay un ánimo enrarecido en el ambiente. Las causas son múltiples y quizás corresponden a un cambio de era que no es fácil de entender mediante los cánones tradicionales. No es mi pretensión proponer soluciones a este estado de ánimo, ya que la tarea me supera con creces. Sólo lanzaré un par de ideas.
La primera de ellas es que no es bueno generalizar. Estamos llenos de buenos políticos, de buenos empresarios, de buenos curas, pero quizás nos cuesta verlos. Lo más probable es que esa gente buena no salga mucho en las noticias, pero están ahí y, como mucha gente noble de este país, son nuestra reserva moral.
La segunda idea tiene que ver con un caso concreto y de cómo es posible avanzar en construir una mejor sociedad cuando todos nos damos la mano y enfrentamos unidos las crisis. Paradójicamente, este caso se da en una isla, alejada a unas 360 millas náuticas del continente, o sea como a 30 horas de navegación. Es como si su condición insular y con bastantes problemas de conectividad nos mostrara a los chilenos continentales que la solución va por otro lado. La isla de Juan Fernández fue golpeada por el tsunami del 27/F con una brutalidad difícil de comprender. Desde ese día, la gente de la isla, sus autoridades comunales, nuestras Fuerzas Armadas, los representantes del Estado, las empresas privadas y la sociedad civil se han volcado todas juntas a levantar de nuevo el espíritu del lugar y de su gente.
Cuando muchos quieren ver que todo está malo, que nada se hace, que nada funciona, les digo a todos esos escépticos que en Juan Fernández lo estamos logrando. La semana pasada inauguramos los comercios que fueron arrasados por la gran ola; lo hicimos entre los organismos del Estado (Sercotec), Minera Collahuasi, nuestras Fuerzas Armadas, la Municipalidad, la Intendencia, Desafío Levantemos Chile y, sobre todo, la gente de la isla, que autoconstruyeron sus propias soluciones.
El jueves en la noche, mientras llovía y soplaba un fuerte viento en bahía Cumberland, y la gente disfrutaba de un concierto de Keko Yunge y Alvaro Scaramelli, los marinos chilenos descargaban cientos de toneladas de materiales de construcción. Sin descanso, en silencio, de noche... y con mucho, mucho frío. Esa noche sentí un orgullo profundo de ser chileno.
1 comentario:
Encontre uno de los textos que más se asemeja a la realidad politíca que asota nuestro pueblo chileno pero con una solución a este. Me diante la ayuda social, que supuestamente debería ser el motivador esencial de cada chileno que muy pocas personas tratan de impulsar y esas pocas personas son las que ya no nos acompañan en este momento, algo sumamente lamentable. Perder lo bueno que quedaba en Chile.
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