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lunes, 4 de abril de 2011

Una gran reforma tributaria, por Axel Buchheister.


Una gran reforma tributaria,

por Axel Buchheister.

A los chilenos les encanta el gasto público, porque no lo relacionan con los impuestos que pagan, entre otras cosas, porque no saben que los pagan.

QUE LA AGENDA nacional esté anclada en los mismos temas, sobre los cuales no hay nada nuevo que decir, nos entrega espacio para un recreo y revisar lo que pasa en el mundo, y el interés que los eventos externos pudieran tener para Chile.


Veamos sucesos recientes en los Estados Unidos que acá han pasado casi inadvertidos. En Wisconsin se aprobó una ley de reducción de gastos que eliminó los derechos de negociación colectiva de los empleados estatales, incluidos algunos privilegios sindicales. Hubo fuerte debate, incluso el Presidente Obama calificó el proyecto de "asalto a los trabajadores", lo que no impidió su despacho. Antes Ohio había aprobado una ley similar. En Florida, una legislación estableció que los profesores de las escuelas públicas serán evaluados anualmente y remunerados en función del éxito de sus alumnos en ciertas pruebas, y aquellos que resulten mal evaluados no recibirán incrementos de sueldo e, incluso, podrán ser despedidos; algo no tan lejano a lo que aprobamos en Chile hace poco. En el condado de Miami-Dade, el mandato del alcalde fue revocado mediante referéndum por el ¡88% de los votos!, por una gestión con alzas del gasto y de los impuestos, y por acordar incrementos de remuneraciones con el personal del condado.


¿Cómo es que se aprueban medidas tan políticamente incorrectas? ¿Se las imagina en Chile? La respuesta parece estar precisamente en el caso de los profesores, en que sí aprobamos algo por el estilo: el chileno está preocupado por la calidad de la educación de sus hijos y su tolerancia con los docentes tiende a menguar. En los demás casos, jamás aprobaríamos algo así. En los Estados Unidos, a los ciudadanos no les gusta que los burócratas gasten plata y que no rinda, porque es su plata y tienen conciencia de que proviene de los impuestos que pagan. Actuamos de manera distinta por un trasfondo cultural: el país del Norte surgió como nación con motivo de una revuelta contra un impuesto (el "tea party"), mientras que nosotros fuimos la única colonia que no le rentaba a la Corona y, por el contrario, recibíamos un aporte del erario español (el "real situado"). De ahí que a pesar de nuestro auge económico, somos una sociedad proclive a los subsidios.


En Chile a la gente le encanta el gasto público, a diferencia de los norteamericanos, debido a que no lo relacionan con los impuestos que pagan, entre otras razones porque no saben que los pagan. La tabla de impuesto a la renta tiene un monto exento de unos $ 500.000 y la mayoría aparentemente no lo sufre. En cambio, todos pagan IVA, que al final es el 19% de los ingresos (la mayoría gasta todo lo que gana), pero no se nota. En Estados Unidos cuando se compra algo por US$ 100, en la caja se pagan unos US$ 107: la diferencia es el IVA del condado. Así se nota, por eso reclaman si se gasta mal. ¡Aquí hasta es una infracción desglosar el IVA en la boleta!, para que no se note.


Chile necesita una gran reforma tributaria: que sea obligatorio desglosar el IVA en la boleta, para que la gente se entere de que paga impuestos y comience a darse cuenta de que el gasto público tiene que ver con su dinero. ¿Cómo será ver al ministro de Hacienda en televisión explicando por qué gasta tanto, en vez de poco como hoy…?