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martes, 25 de mayo de 2010

La derecha 2.0, por Cristina Bitar.



La derecha 2.0,

por Cristina Bitar.

Hace un mes, en esta misma tribuna, planteé que con este gobierno estaba naciendo una nueva corriente política: el «piñerismo» o una nueva derecha. Después del mensaje presidencial del viernes pasado, queda claro que no hay vuelta atrás. No estoy hablando del grupo de amigos leales al Presidente o de un caudillismo exacerbado de su parte. Ni siquiera es, como la llaman, tan sólo una nueva forma de gobernar. Se refiere a un punto de quiebre entre la derecha del pasado, la ligada a la dictadura y a la inflexibilidad ideológica, para dar paso a una derecha pragmática, valiente, democrática y defensora acérrima de la libertad.

El discurso del Presidente Piñera estuvo cargado de contenidos ideológicos. Las visiones del Gobierno sobre la educación, la salud y la pobreza se basan en comprender que los que mejor saben lo que les conviene y lo que necesitan, son las propias personas y las familias. ¿Quién mejor puede tomar una decisión sobre la educación de sus hijos que sus padres? La derecha nunca ha creído que sea el Estado el que deba hacerse cargo de esas decisiones. Cree, en cambio, que la sociedad está preparada para hacerse cargo de sus propios desafíos, a través del esfuerzo y la iniciativa personal. Asimismo, la derecha tiene valores concretos, como el respeto a la vida, por el orden y por las cosas bien hechas, por la excelencia y la buena gestión: todos éstos, claramente presentes en el primer mensaje del Presidente.

Era completamente esperable que las propuestas de política pública, que llevan años en los escritorios de los centros de estudio ligados al Gobierno, hoy vean la luz en los ministerios. Lo que no era esperable era encontrarnos con un Presidente capaz de correr las barreras ideológicas tradicionales y rescatar lo positivo de los últimos 20 años de los gobiernos de la Concertación. Piñera no sólo se atrevió a romper la barrera sicológica que impedía a la derecha subir impuestos, el fortalecimiento de la Dirección del Trabajo y el fomento a la sindicalización. Acogió la vieja demanda planteada en la campaña acerca de la eliminación del 7% a los jubilados. Se atrevió a dar su apoyo al proyecto que otorga la posibilidad de ejercer su derecho a voto a los chilenos que se encuentran en el extranjero, entre otros. Esta nueva derecha no le tiene miedo a trabajar con las ideas de otros y hacerlas suyas, siempre que éstas sirvan para el bien común del país.

Los desafíos planteados en el mensaje del 21 de mayo son ambiciosos. Si hay un consenso entre todos los sectores políticos, es que las metas que se puso el Presidente Piñera son difíciles y complejas. Incluso, superan los 4 años de su mandato. Pero eso nos habla del deseo de esta nueva derecha por cambiarle la cara a Chile.

Para poder cumplir lo prometido, es indudable que el Gobierno debe apelar a la unidad nacional y, en especial, a la unidad de su sector. Que no se haya hablado del acuerdo de vida en común o de las otras propuestas llamadas progresistas, obedece a la necesidad de plantear prioridades y comprender que lo que hoy nos une es más urgente que lo que nos separa.

Hace un mes, dije que era inevitable comparar lo que estaba haciendo Piñera y lo que había logrado el PP en la España postfranquista. Ahora se me hace inevitable pensar que si esta derecha quiere quedarse 8 ó más años, debe fijarse más en la Inglaterra de Cameron y Clegg que en la de Thatcher y, así, convertirse en una derecha 2.0.