Debemos decirlo, estamos felices con la resurrección de Jesús, que nos demostró con hechos la existencia de un Reino Celestial donde todos tenemos acceso si voluntariamente nos sometemos a las leyes Divinas.
Los 10 Mandamientos, de data histórica inmemorial, son un “compendio” de las Leyes hoy vigente es casi todo el mundo, normas básicas de convivencia y respeto entre los seres humanos.
Todos la conocemos, e incluso las predicamos, pero en nuestra vida diaria no las aplicamos sucumbiendo a un egoísmo funesto, a la exhibición de nuestros éxitos y a una sociedad exacerbadamente consumista.
Casi todos coincidimos, religiosos y no creyentes, en la necesidad de un cambio, pero, pensamos que este no es un problema de prédica, es un asunto de práctica, solo cambiaremos el mundo comenzando por nosotros.
El mensaje de Nazareno, quizás hoy tiene más vigencia que nunca, a pesar de ser destinado a un mundo de hace 20 siglos, sin duda nos conducirá a crear sociedades más justas y en las que vivamos como hermanos.
Cristo fue flagelado, torturado, por nuestros pecados, murió en la Cruz por nuestra redención, la que solo depende de que sigamos el camino de amor y humildad que nos trazó el hijo del carpintero.
Cristo puede ser considerado Dios, en el Trino celestial, pero su mensaje no lo podemos dejar pasar, es un canto a la esperanza y una verdadera oda al amor que hace grandes a los seres humanos.
Los 10 Mandamientos, de data histórica inmemorial, son un “compendio” de las Leyes hoy vigente es casi todo el mundo, normas básicas de convivencia y respeto entre los seres humanos.
Todos la conocemos, e incluso las predicamos, pero en nuestra vida diaria no las aplicamos sucumbiendo a un egoísmo funesto, a la exhibición de nuestros éxitos y a una sociedad exacerbadamente consumista.
Casi todos coincidimos, religiosos y no creyentes, en la necesidad de un cambio, pero, pensamos que este no es un problema de prédica, es un asunto de práctica, solo cambiaremos el mundo comenzando por nosotros.
El mensaje de Nazareno, quizás hoy tiene más vigencia que nunca, a pesar de ser destinado a un mundo de hace 20 siglos, sin duda nos conducirá a crear sociedades más justas y en las que vivamos como hermanos.
Cristo fue flagelado, torturado, por nuestros pecados, murió en la Cruz por nuestra redención, la que solo depende de que sigamos el camino de amor y humildad que nos trazó el hijo del carpintero.
Cristo puede ser considerado Dios, en el Trino celestial, pero su mensaje no lo podemos dejar pasar, es un canto a la esperanza y una verdadera oda al amor que hace grandes a los seres humanos.