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lunes, 6 de abril de 2009

Chile, Perú y las percepciones internacionales.


Chile, Perú y las percepciones internacionales,
por Karin Ebensperger.
Los enormes cambios tecnológicos y la resultante globalización han hecho surgir el concepto de opinión pública mundial, que influye fuertemente en la percepción que se tiene de los temas internacionales.
Aunque Chile tiene todos los argumentos jurídicos a su favor, Perú se ha preocupado de ir introduciendo, en la opinión pública propia y en la de otros países, la idea de que tiene una reclamación legítima al demandar una revisión de límites en La Haya.

Como en materia estrictamente legal la petición peruana no tiene sustento debido a los acuerdos firmados, el gobierno de Lima incursionó en un camino distinto: dice que busca en ese tribunal una solución "justa y equitativa". Esa declaración, que podría sonar bien inspirada y hasta humilde, es parte de una elaborada estrategia de influir en la opinión pública. Así ha logrado imponer este contra-caso, porque Perú pretende hacer reinterpretar a su favor acuerdos de delimitación marítima ya firmados e irrefutables.

Por eso, si bien Chile debe insistir en la tradicional línea de defensa de sus sólidos títulos legales, es importante que también actúe en el plano de las percepciones de la opinión pública. Porque incluso el mejor argumento jurídico puede ser debilitado si la percepción que se forma la "opinión pública mundial" es desfavorable a Chile. Y sabemos que es mucho más fácil convencer con palabras etéreas como "una solución justa y equitativa", que explicar en términos legales los tratados.

Por eso es fundamental imprimir en la opinión pública la percepción de que lo verdaderamente "justo y equitativo" es respetar lo firmado, y explicar las complicadas consecuencias que tendría para el Derecho Internacional, y para el Pacífico Sur en particular, que prospere una revisión de límites establecidos y vigentes por más de medio siglo.

En mi opinión, Chile no ha sido eficiente en eso por una respetable razón: la convicción y la tranquilidad del que honra lo pactado. Es el equivalente al caballero que sabe que su corrección lo avala. Pero el mundo ha cambiado, y hoy es más importante parecer que ser. Hay que saber "vender" una imagen incluso cuando se trata de lo más propio y sagrado de una nación, como es su territorio ancestral, el mismo de siempre, el que consta en los mapas y en las mentes, el que transmite identidad y sentido de pertenencia a través de generaciones.

Ni siquiera los tratados y su vigencia por décadas nos protegen hoy de las funestas consecuencias del marketing, que literalmente puede movernos el piso.
En este importante y delicado asunto, Chile tiene que presentar la máxima coherencia interna con una política de Estado. Y aceptar que la política exterior moderna exige no sólo hacer bien la tarea en la defensa jurídica de los intereses de Chile, sino que es imperativo presentarla bien ante la opinión pública nacional, vecinal y mundial.

(Tomado de Diario El Mercurio de Santiago)