Joe White, des-concertacionado,
por Sergio Melnick.
Joe White me llamó desde un país hermano, alarmado por las noticias que se escuchan de Chile. Los estudiantes, me dijo, reclamaban que se estaban violando los derechos humanos, y que los reprimían severamente, y no entendía cómo en esas horribles circunstancias aún hacían marchas y se tomaban los establecimientos por meses de meses y ni siquiera perdían el semestre. Me preguntó cuántas decenas de estudiantes y personas habían muerto, pensando en una situación como la de Siria o Libia. Le dije que uno, muy lamentablemente y por el error desafortunado de un carabinero, pero que sí había casi mil policías heridos. Joe no entendió nada. ¿Y qué pasó con Camila? No pasó nada, porque al final eran puras consignas sin contenido. El nuevo líder de la FECh, más inteligente, articulado y leído, nos dice ahora que quieren cambiar al país de raíz. Ya no es un tema sólo estudiantil. Dice que la Concertación es inútil, que el Gobierno es su adversario, que el Congreso no es representativo y que el PC está cooptado por el sistema. Es decir, el 95% de los chilenos están todos equivocados, menos ellos, y eso que aún son apenas estudiantes. ¿Pero cómo van a cambiar a la sociedad, si son tan pocos?, me preguntó Joe alarmado. Bueno, el nuevo líder dice que va a movilizar a los académicos, para que éstos den soluciones a los problemas del país. ¡Pero cómo!, gritó Joe. ¿Van acaso los estudiantes a dirigir a los académicos y rectores? Claro, eso es justo lo que proponen. Y si no les resulta, que es evidente, van a recurrir a la violencia, creo yo.
¿Y qué hace el Gobierno?, preguntó Joe White. Bueno, respondí, sigue gobernando, aprobó el 7% de los jubilados, terminó con las colas Auge, mejoró fuertemente las colas no Auge, aprobó el posnatal de 6 meses, aprobó el Presupuesto 2012, se prepara frente a una posible crisis exterior, sacó adelante el Sernac financiero, echó a andar el Ministerio de Desarrollo Social, está preocupado por fomentar la libre competencia, facilita la creación de empresas, estudia una reforma tributaria, prepara una reforma a la justicia civil, ha bajado las tasas de interés a los estudiantes en dos tercios, dará gratuidad al 60% de los universitarios, aumenta la cobertura preescolar, sigue avanzando con las 50 medidas para mejorar la productividad, impulsa la transparencia activa, se crean miles de empleos todos los meses, la inflación está controlada y todo el mundo está dispuesto a prestarnos plata. De paso, está arreglando los contratos del Transantiago que nos dejó la Concertación, increíbles de mal hechos. Parece que trabaja harto más de lo que parece o se dice por el exterior, comentó Joe.
También se ha escuchado por aquí que se largó la carrera presidencial, me dijo, porque parece que la mano derecha de Bachelet se lanzó por su cuenta. Le dije que no se preocupara, que era pura parafernalia para promover un libro, pero que de campaña real no tenía nada. Y el libro, curiosamente, dice todas las cosas que había que hacer, pero que él no hizo cuando pudo.
Joe estaba confundido. Eres un voluntarista, me dijo; no tienes autocrítica alguna. Bueno, contesté, yo no estoy en el Gobierno, nunca me han invitado y no tengo nada que defender. Sólo te hablo de los datos duros y comprobables. Pero la política es de emociones, me dijo. Por cierto, le contesté, y ése es el gran drama. Fíjate que Piñera tiene un 35% de apoyo, cuando en el mismo período Bachelet tenía 38%: más o menos lo mismo estadísticamente. Para la izquierda, sin embargo, Piñera es una vergüenza, y Bachelet un orgullo.
Joe salió por otro lado. ¿Y qué es esta vena de humorista que le ha bajado al Presidente? Es la herencia de Bachelet, le contesté. Claro que los chistes de ella eran mejores, aunque más desatinados. Se le ocurrió, estando en Estados Unidos, preguntar si sabían los americanos por qué en ese país no había golpes de Estado. No sabiendo nadie la respuesta, ella contestó: Es que aquí no hay embajada de EE.UU. La izquierda festejó el chiste y declaró estadista a su Presidenta. Joe casi se muere de vergüenza, pero me dijo: Estás usando la teoría del empate. Obviamente, porque a veces los partidos sí terminan en empate. Eso quiere decir que en Chile nadie tiene mucha autoridad moral en los temas que critica, y que por ende hay que partir de nuevo, con otras ideas y con más tolerancia. Necesitamos un cambio de actitud todos, y con más urgencia los estudiantes radicalizados, que podrían hacer demasiado mal a nuestra institucionalidad.
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