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lunes, 17 de enero de 2011

Arica y Magallanes: distintas y explosivas, por Hernán Felipe Errázuriz.


Arica y Magallanes: distintas y explosivas,

por Hernán Felipe Errázuriz.



Los habitantes de zonas extremas tienen razón para reclamar: han sido postergados por décadas. Lo que no es aceptable es la violencia de las protestas de Punta Arenas. El Presidente Piñera tendrá que pagar cuentas atrasadas y dejar un saldo a su favor.



Los residentes en Arica y Magallanes están aislados, su mayor conectividad es con los países vecinos y su vida es durísima: en Arica falta lo más elemental para su desarrollo, el agua, y en Magallanes, el calor para sobrevivir. El Estado debe solucionar esas falencias. En Magallanes se renunció a esa obligación cargándosela a Enap y se intenta asumirla con subsidios torpemente introducidos. En Arica avanza pausadamente un plan hídrico; mientras tanto, está estancada y sus alrededores se empobrecen.



Esos territorios extremos han sido constantemente amenazados. En 1978 oyeron el retumbar de los tambores de guerra de Perú y Argentina. Al otro lado de la frontera, las ciudades florecen porque los gobiernos vecinos financian su importancia geoestratégica.



La situación de Arica es mucho más grave que la de Magallanes; es una doble frontera, más que duplica a Punta Arenas en cesantía, pobreza y en costos de energía eléctrica, su población decrece y se han cerrado todas las industrias. Su conectividad con Bolivia depende de malos caminos y del ferrocarril a La Paz, recién en reconstrucción. Sus recursos pesqueros están amagados por la reclamación peruana y se dan ambiguas respuestas a las aspiraciones territoriales bolivianas.



Punta Arenas, en cambio, registra la menor tasa de cesantía y los mayores ingresos pér capita, cuenta con industrias y, en sus alrededores, con hidrocarburos, minería y ganadería. Pero está más distante del centro del país, es más aislada y las condiciones climáticas son peores que en Arica.



El desinterés por las regiones extremas obedece a que apenas constituyen un 2% del electorado nacional. Peor, la Región de Arica y Parinacota ni siquiera tiene representación en el Senado. Se creó la Región, pero no se aumentó el número de senadores. Otra razón de la postergación es que los planes de desarrollo están obsoletos, y no basta con revisarlos; requieren de una contraparte, a nivel ministerial, de dedicación exclusiva para gestionarlos, pues, por la distancia, no reciben la atención debida en la capital. Esa fue una opinión compartida por ex ministros, académicos y empresarios que, con gran preocupación, concurrimos recientemente a Arica con el Consejo Chileno de las Relaciones Internacionales.



Para terminar con el decaimiento de Arica y con las protestas de Punta Arenas es imperativo revisar los estatutos de las zonas extremas y corregir su coordinación con el gobierno central.