Repercusiones absurdas al déjà vu de Longueira,
por Matías Carrozzi.
Aceptando de antemano que el tema que propongo a continuación carece de los elementos para triunfar en tiempos de mapuches y realities, no puedo dejar pasar la desilusión que me atrapó después de leer y escuchar a algunos dirigentes de Renovación Nacional (RN) y de la Unión Demócrata Independiente (UDI) reaccionando al déjà vu de Pablo Longueira el Domingo pasado y es que, díganme ingenuo, hasta hoy creí en la capacidad de varios de ellos para reparar en que la sola reiteración de su critica (idéntica a la realizada en el mes de mayo) es un hecho de extraordinaria trascendencia política y no merece ser tratada sólo como un acto de rebeldía, revanchismo o pataleta sin sentido del Senador por Santiago.
Claro, uno podría aceptar (o justificar) este tipo de impericias en sujetos como Manuel Ossandón, es decir, un country style del tipo “creo que hay otras formas de mantenerse vigente”, pero no de los principales líderes del sector (Larraín, Coloma, Von Baer, entre otros).
Confieso que me atormentó el análisis realizado, por lo menos los formulados a los medios de comunicación que tengo por costumbre (y estima) consultar para informarme y es que no tengo ni la más remota idea qué parte de las declaraciones de Longueira no entendieron los comensales.
Es raro que me equivoque, pero podría apostar a que Pablo señaló con la frase "el gran problema del gobierno de Piñera es que es de Sebastián Piñera" algo muy distinto que este Gobierno es malo, bueno, fome o histérico. Es más, podría poner en garantía mis ridículos ingresos para decir que lo que el cálido Senador dijo es que el Gobierno comete un error estratégico al reconocer su cometido sólo adherido a la figura del Presidente. Siempre en el entendido de que se pretenda continuar administrando el ejecutivo después del mandato de Sebastián Piñera.
Lejos de reaccionar a esa inquietud, a mi juicio muy razonable por cierto, los dirigentes prefirieron descender a las tinieblas de lo absurdo y llevar el asunto por otro lado. Lo loco de esto es que ni siquiera la lectura más superficial y fuera de contexto podría llevar a una persona medianamente instruida a interpretar de esa forma las declaraciones de Longueira. Algo así como: hola Matías, ¿qué día es hoy?... qué tal Pablo, son las tres y media.
Eso en cuanto a la cuña central del Senador, pero el otro asunto que también se desprende de sus palabras, quizás de manera más sutil para los que ven de lejito el maravilloso mundo de la política, pero a mi juicio el que representa mayor potencial para los detractores de Pablo, es que reiterar las mismas cosas que hace cuatro meses supone que su voz no es todo lo influyente que creen muchos, lo que podría ser utilizado para menoscabar su liderazgo al interior de la UDI mirando las campañas municipales que servirán para mostrar y evaluar el arrastre de los posibles sucesores de Piñera. Y digamos que en esa idea ya hay varios(as) juntando plata para salir en la foto. Ni siquiera los principales favorecidos por esta confesión (la oposición) supieron exprimir el asunto.
En fin, las acciones que de esta situación deberían salir es que, por una parte, el Gobierno expanda los éxitos y fracasos de su gestión a los partidos y movimientos que lo apoyan y, por su lado, los partidos dejen de lado su orgullo y comiencen a llamar al Gobierno como SU gobierno y compartir los gastos de arriendo para abrir una casucha en cuya fachada puedan colgar un cartel que diga “aquí está la Coalición por el Cambio” a fin de formalizar, aunque sea sólo por estética, la idea de un conglomera superior y suprapartidista. ¿Se entiende ahora?.
Ya, me cansé de trabajar gratis, así que junto con agradecerles el esfuerzo de leer esta bazofia, les ruego dejen sus comentarios y aporten con el sueldo espiritual de este insignificante calumniador.
Un abrazo gigante a todas y todos.