¡Qué poca altura de gobernante mostró Bachelet tratando de opacar la proclamación de Piñera, en una cadena de televisión inoportuna, sobreactuada, y sin absolutamente nada que decir! Como “autoalabanciosa” la calificó Jorge Arrate con enorme sutileza. Este comentario no hubiese existido de no mediar esa absurda cadena y una odiosa y persistente intervención electoral. Hay logros, pero amerita también decir lo que se quiere omitir.
El reciente escándalo en Cenabast refleja la tónica de gestión de este gobierno. Se suma ahora el cuestionamiento al INP, por su propio ex director, en la asignación a los bancos para los pagos de las pensiones: un caso típico de malas prácticas o mala gestión. En educación, la ministra anterior simplemente no fue capaz de cuadrar las cuentas, y fue removida por el Congreso. ¿Y qué tal la implementación de la justicia familiar?
La mala gestión del Sename es patética. La Conadi ha fracasado de hecho, y hasta su gestión de recursos está siendo cuestionada; 35 sumarios acumula ya. El zar del tema mapuche fue removido. Pero, curiosamente, no salió del aparato estatal. Tenía otro cargo al mismo tiempo y supuestamente volvió a éste: o no hacía nada en alguno de los dos puestos, o ahora le sobrará mucho tiempo. ¿Será eso una gestión apropiada? Ahora se nombra un ministro encargado del tema, pero hay otro ministro formalmente responsable... ¡Qué calidad de gestión!
Otro escándalo en cultura, con temas de viáticos, clonación de cheques, adulteración de facturas. Santiago se ahoga en la contaminación, y el “gerente del aire” se esfumó. Los temas ambientales están mal definidos e impiden la inversión por falta de claridad en las políticas y estándares. El zar antiburocracia apareció de repente como jefe del gabinete de un ministro.
De la delincuencia y seguridad pública ni hablar. Los recursos aumentan, y los problemas también crecen. Es decir, mala gestión. En el tema del crecimiento económico, vamos de mal en peor, y el alto desempleo ha sido sistemático, más allá de la crisis. Chile ha perdido competitividad. Perú crece, nosotros no, pero la crisis fue igual para ambos.
El Transantiago mantiene un escandaloso déficit de $330.000.000.000 al mes. Cortázar prometió que lo reduciría a 1/5 y no fue capaz. Es decir, mala gestión y pobre entendimiento del problema. El crédito BID fue trucho, además.
El sistema de Alta Dirección Pública funciona a medias, y su eficacia en el tema de los hospitales es simplemente dramática. Los problemas de gestión que tiene el sistema de salud pública son escandalosos. Los casos más recientes son los hospitales de Talca y el Félix Bulnes.
Gendarmería y las cárceles, otro desastre, y que hasta tuvo un paro innecesario y prolongado. Nos hemos olvidado del mal manejo de la huelga ilegal de contratistas de Codelco, o lo mismo en la huelga de los empleados públicos. También de los escándalos en el Registro Civil. El deporte no camina ni hacia atrás, después de malos nombramientos y mucha corrupción.
En innovación, mucho ruido y recursos; pocos resultados. En Pymes, francamente casi nada. La productividad de Codelco deja mucho que desear, y ahora hay que inyectarle plata en vez de que entregue. El tema de Enap es tremendo, alcanzando una pérdida récord de US$ 1.000 millones en 2008, y su directorio sigue como si nada. Lagos responsabilizó a Bachelet de los problemas de EFE, que sigue agonizando. La educación pública ha perdido 400 mil estudiantes, y ha tenido más recursos que nunca. Sólo puede ser un tema de gestión.
Bachelet ofreció un ajuar para recién nacidos desde agosto, y se le fue en collera. Hay un retraso, dicen, de tres meses. Es decir: la gestión, aunque en este caso el inicio parece que va a coincidir con las elecciones. Vaya uno a saber.
El intendente de la VI Región renuncia por malas prácticas de gestión pública. Poco nos acordamos ya del mal manejo del holding de empresas públicas, a cargo de un médico, que tuvo que ser removido. Las famosas “comisiones” generaron resultados magros.
Ocho cambios de gabinete muestran la incompetencia. Al final, todos se repitieron el plato, la igualdad de géneros se esfumó. Es también en el período de Bachelet que la Concertación, que otorgaba buena gobernabilidad, se ha empezado a desarmar. Perdió la mayoría del Congreso, y decenas de líderes connotados la han abandonado. Por algo ocurre lo de MEO. Todo esto ha sido también obra de este gobierno tan “autoalabancioso”.
La popularidad, entonces, no es sinónimo de buen gobierno.