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lunes, 14 de septiembre de 2009

Lecciones sobre inconsecuencia.....

Tres Ejemplos de Prístina Inconsecuencia,

En los últimos años, ha sido común ver el surgimiento de un número no menor de grupos que protestan contra el modelo de la globalización. Sus apariciones en las cumbres económicas como el G8, o la APEC han atraído la atención de la prensa, que les ha dedicado no pocos artículos y reportajes.


Estos "antiglobales", como los describió
un estudio realizado por Harvard Business Review sobre las marcas globales, miran con recelo a las empresas transnacionales, desechando de plano cualquier negociación con ellas. De más está decir que no adquieren ninguno de sus productos, y no creen que tengan el concepto de CSR (Corporate Social Responsibility, Responsabilidad Social Empresarial o RSE).


Sin embargo, y aunque le duela a más de uno,
su discurso no puede estar más lejos de la realidad.


¿No los han visto con detalle?
¡Si hasta los mismos antisistémicos se visten con ropa deportiva de marca! ¿Acaso no les han visto las zapatillas, los buzos, los polerones que visten en sus protestas "contra el poder"? Son unos chantas -si me perdonan la expresión- de marca mayor. ¿Y qué hay de los autores antiglobalización, que tantas veces han demostrado su desprecio por el sistema imperante? Ganan millones de dólares con sus libros traducidos a varios idiomas y vendidos por todo el planeta. Todo gracias al modelo. Sí, al mismo que desearían ver muerto.


Pero el mayor ejemplo de inconsecuencia son los denominados "socialistas renovados".
Aquí en Chile, al menos, se han llenado los bolsillos con el sistema económico implementado durante el periodo de Pinochet, ese mismo al que tanto detestaban. ¡Vean nada más cómo están! Son dueños de empresas muy rentables, viven en el sector alto, tienen autos de lujo, usan el sistema privado en educación y salud, salen de vacaciones al extranjero... En resumen, son más burgueses que los propios burgueses -como los llamaban despectivamente- a los que querían mandar al paredón hace casi cuatro décadas.



Acéptenlo, señores. El capitalismo les ganó. Y por paliza. ¿Y saben qué mas? Me alegro. Sus patéticas utopías no demostraron ser nada más que eso, muy bonitas en el papel, pero todo un desastre en la práctica. Sino, pregúntenle a los países que por casi siete décadas sufrieron -y todavía sufren- el puño de hierro de los socialismos reales. Les apuesto lo que quieran a que son incapaces de dejar todos sus lujos atrás e irse a vivir a Cuba, Corea del Norte, Vietnam o Laos.


Eso sí, les puedo decir una cosa con certeza:
si esos pensadores a los que tanto defendían antes les vieran ahora, les mandarían al infierno con viento fresco.