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martes, 29 de septiembre de 2009

Más sobre Honduras....

(El retorno clandestino de Manuel Zelaya
a su país fue "irresponsable" y no sirve a
los intereses de su pueblo, declaró el
representante alterno estadounidense
ante la OEA, Lewis Amselem.
28-Septiembre.2009)

Nos han intoxicado con publicidad engañosa con respecto a lo que sucede en Honduras mostrándonos a un Manuel Zelaya “democrático” y como un gorila golpista al actual Presidente Roberto Micheletti. Nos saturan con “publicidad” del izquierdismo chavista tratando de victimizar a Zelaya, a quien quieren presentar como víctima de un cuartelazo.

La realidad, que no se divulga es que Zelaya, miembro del mismo partido que Micheletti, una vez encaramado al poder se sacó la careta de derechista para convertirse en un “loro” que repetía las consignas de su patrón, el tirano venezolano Higo Chávez, al que intentó imitar inclusive en sus afanes de permanencia ilimitada en el poder.

Se nos ha hablado de “un defensor del pueblo”, ocultando de manera, bastante conveniente por cierto, que es un acaudalado empresario y terrateniente, propietario de inmensos aserraderos de madera y un gigantesco ganadero, cuyo padre se vio involucrado en el asesinato de un sacerdote y 14 campesinos que fueron malamente enterrados en sus tierras.

Zelaya, desde que llegó al Gobierno comenzó un “giro” político sorprendente, para literalmente ser comprado con el petroleo venezolano que se entregó al país con créditos poco corrientes en la venta de este “oro negro”, 60% a 90 días y el saldo a 25 años, con un interés nominal de 1%, incorporándose de lleno a la Alianza Bolivariana para las Américas.

Cuando el General Romeo Vásquez Velásquez, Jefe del Estado Mayor Conjunto, se negó a distribuir las papeletas y urnas para una consulta que había sido declarada ilegal por el Tribunal Supremo Electoral, la Fiscalía General, la Corte Suprema de Justicia y el Congreso de la República, anunció su destitución, de la que debió retractarse por la declaración de nulidad de la Suprema Corte.

En el intertanto el Presidente Manuel Zelaya, en un acto muy poco difundido por la prensa mundial, encabezando una turba asaltó el cuartel de la Fuerza Aérea donde se encontraban almacenados los elementos electorales ilegales, mandados a hacer donde su amigo Chávez, con el argumento que en el único lugar donde estarían seguros era el Palacio de Gobierno.

A pesar de las advertencias de la ilegalidad de este plebiscito con el que trató de prolongar su mandato, acción ilegal que la Constitución hondureña sanciona con la pérdida del cargo a quienes promuevan esta especie, Zelaya siguió adelante con el proceso, lo que culminó con la orden de detención decretada por la Corte Suprema y la destitución del Gobernante.

El 28 de Junio el Congreso resolvió por unanimidad la destitución del presidente Zelaya, por considerar que acciones de gobierno de éste habían violado la Constitución y el ordenamiento jurídico del país, y designó para sucederlo al presidente del Congreso, Roberto Micheletti, por los 6 meses que restaban al periodo Constitucional.

Es cierto que la expulsión de Zelaya del país puede haber sido precipitada, e incluso calificada de abusiva o ilegal, pero, no nos cabe duda viendo las acciones posteriores del ex Presidente, se evitó situaciones de extrema violencia, sobre todo al constatar la experticia zelayista que no duda en provocar un “baño de sangre” en aras a sus ambiciones desbocadas.

La pretensión internacional de reinstalar a Zelaya en el Gobierno es inaceptable porque por un lado vulnera flagrantemente la soberanía de Honduras, la autodeterminación de los pueblos, al intentar obligar a aquellos que han actuado en defensa de la Constitución y las Leyes a trasgredir la legislación vigente en esa República.

Las brutales presiones internacionales que está sufriendo Honduras son simplemente intolerables, el lenguaje con que se pretende desprestigiar a sus actuales Gobernantes es una vergüenza, los llamados a desestabilizar al país, haciendo pagar con ello el costo a los más humildes, que realiza Zelaya amparado, más bien escondido, en la Embajada de Brasil es escandaloso.

Maquiavelo sigue estando más presente que nunca en nuestro mundo con su expresión “miente, miente que algo queda”, primero reflotada por el nazismo alemán, para luego ser institucionalizada a nivel global por el “progresismo” que no trepida en desvalorizar a la humanidad, falseando todos los conceptos, con tal de logar sus fines de acallar a quienes se les oponen.