Vidal : Patético es poco.
Por Sergio Melnick.
Vidal desprestigia la política y a la recta administración pública. Es un altísimo funcionario de gobierno, supuestamente al servicio de todos, pero que actúa como activista. No aprendemos nunca de la historia. Entre humorista frustrado a veces, opinólogo destemplado otras, con su ácida ironía y siempre odiosillo, evidencia una incontinencia verbal manifiesta. Es parte del desprestigio actual de la política.
A raíz de una dura columna anterior, el ministro me invitó a un café en su oficina. La acepté con agrado. Vidal en el terreno personal es francamente un agrado. Rápido, inteligente, reflexivo. Sin duda simpático y empático. Con una sorprendente capacidad de autocrítica y una aguda percepción de la situación política. Me comentó en esa ocasión que los ánimos en el país estaban caldeados, debido a posiciones de los extremos en ambos lados. Entre la obsesión de un desalojo forzado por un lado, y el aferramiento absoluto al poder del otro. Que así arriesgaba la estabilidad lograda después de 18 años. Estuvimos de acuerdo. Sugerí que había que hacer un gran esfuerzo para construir capital social, es decir, crear confianzas, acercamientos, diálogo profundo, como el que tuvimos esa mañana. No significa abandonar posiciones ideológicas personales, sino cambiar la naturaleza del debate y la convivencia. Incluso me dio pie para sugerir algunas ideas, iniciativas técnicas o proyectos de gran visibilidad que podría tomar el gobierno. Hasta nos tomamos fotos juntos. Muchos me criticaron por haber ido a esa conversación a su oficina. Me dio lo mismo. Lo cortés no quita lo Monroy. Fue una gran reunión.
Pero a Vidal le pasa como a Hulk. Le ponen una cámara o un micrófono y se transforma en un monstruo incontrolable. Empieza a dar a diestra y a siniestra, generando un ambiente de confrontación inexplicable, por cierto inaceptable, y de pésimo pronóstico.
A Vidal ya no sólo lo critica la oposición, sino sus propios partidarios. Recientemente, Escalona le llamó la atención por “creerse primer ministro” y haber ninguneado a la ministra Serrano, gran ex papudana.
Por algún tiempo se pensó que era él quien se arrancaba con los tarros, como ha ocurrido en otros cargos. Sin embargo, después del bochornoso viaje a Cuba, ya sabemos que es en realidad la voz verdadera de la Presidenta. Una Mandataria que trotó indignamente a besar las manos de uno de los peores tiranos del siglo 20. Vidal dice lo que ella quisiera, pero no puede. Me acuerdo de la destemplada frase de la Presidenta cuando sostuvo que “la derecha tiembla cuando la izquierda sale a la calles“. Vidal entonces sí la representa bien.
Ahora, siguiendo las instrucciones de la Presidenta, el objetivo es fustigar directamente a Piñera. Una intervención electoral asombrosa. La misma estrategia que se usó con Trivelli y Lavín en su tiempo.
Y lo hace como el cuento de los fenicios. Da lo mismo el tema sobre el que Vidal está opinando (que no es lo mismo que ser un vocero), termina haciendo una referencia y una descalificación personal al candidato. Todo lo que ocurre en Chile y el mundo es culpa de Piñera. De esa manera va pauteando el discurso para la Concertación en la pelea electoral. Después se escucha a parlamentarios y dirigentes repitiendo literalmente los slogans y caricaturas de Vidal sobre Piñera.
Pero esta vez se equivoca, porque técnicamente todo ello sólo refuerza a Piñeera, que está usando la técnica del judo: se aprovecha la fuerza del oponente para derribarlo.
Para colmo de colmos, es casi paradójico que en el gobierno y la Concertación se autocalifiquen a si mismos de “progresistas“, cuando sus ideas principales siguen siendo básicamente revanchistas y aspirando a volver a los errores de los sesenta; al estatismo trasnochado, al dirigismo cultural, al control de la educación, a la guerra ideológica contra los mercados y la iniciativa privada. Ese es exactamente el discurso de fondo de lo que llaman progresismo. Se arrogan además de una suerte de superioridad moral, a pesar de festejar y promover cuanta dictadura de izquierda ha existido, y haber dejado en la ruina y pobreza a todos los países que han dirigido. Todos los que participan de esas ideas “progresistas” siguen venerando a Cuba, lejos lo más retrógrado y antiprogresista de la historia reciente.
Pero no se preocupen, Frei no prende, y parece que Lagos vuelve a poner orden en la Concertación. El tema de las candidaturas presidenciales no está aún zanjado. Ese es tema de una próxima columna.