Hasta cuándo….
Sin duda alguna las actitudes como la tenida por el Senador Guido Girardi, a pesar de las preparadas declaraciones del Parlamentario, es una muestra palpable del abuso con que algunos pretenden que sus cargos de representación popular les ponen por sobre las Leyes que ellos mismos sancionan para ser aplicadas al resto de la ciudadanía.
Las mismas explicaciones del Parlamentario inducen a pensar en el abuso de poder, porque de otra manera no es explicable que el pasajero del automóvil le pase su credencial al Policía ni mucho menos que se haya bajado del vehiculo, lo que está demostrando un intento de amedrentamiento al funcionario.
El posterior reclamo a
Nosotros pensamos que las actitudes de Girardi y el accionar de
La renuncia del Parlamentario, por su abusivo actuar, y el despido de
Lamentablemente este no es el único caso, hemos visto Parlamentarios haciendo signos insultantes a los fiscalizadores, otros que se sienten con autorización, de acuerdo a sus declaraciones, de pasar por sobre las Leyes, lo que sin duda no coopera a una buena percepción de las Autoridades y aumenta el desprestigio de la actividad.
Es corriente ver en las carreteras, caminos y calles del país a todo tipo de Autoridades, con escolta Policial o no, transgrediendo todas las normativas Legales referentes a tráfico vehicular, pasando a llevar los derechos de los ciudadanos, y al parecer sintiéndose ajenos a las cargas legales que protegen al resto de la población.
Desgraciadamente los “escándalos” de nuestros representantes, es especial de los oficialistas son permanente, sean estos por utilizar recursos fiscales en asuntos políticos personales o de sus partidos, tráfico de influencias o simplemente el corrupto hecho de no cumplir con las obligaciones del cargo
Ya esta bueno que termine esta mediocridad, que permite a algunos tratar de vestirse con la dignidad de sus posiciones para abusar de los eslabones más débiles de la sociedad, ya es hora de de poner fin a la frivolización y farandulización de la vida pública, que solo conlleva un severo desprestigio institucional.
Los Romanos, con una sabiduría inmensa decían que “la mujer del Cesar no solo debe ser honesta, sino que además debe parecerlo”, a la vez que en las actividades públicas del Emperador siempre había un sirviente que le recordaba de manera constante que solo era un ser humano.