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lunes, 2 de febrero de 2009

Test de blancura...

(Mario Montes, Director de Reacción Chilena)

Test de blancura….
Las encuestas generalmente preguntan a la ciudadanía cosas obvias y con respuestas preestablecidas, lo que claramente induce las contestaciones, porque estos “muestreos” ya se han institucionalizado como parte de la propaganda o del marketing de quienes están en el poder o de aquellos que espiran a conquistarlo.

Los políticos, por otro lado, usando del pragmatismo estructuran sus discursos de acuerdo a lo que creen que la gente quiere escuchar cuidándose especialmente de ocultar cuales son sus verdaderas intenciones o cuales son los lineamientos ideológicos de se participación en la vida pública nacional y de sus modelos internacionales.

Debido a esta engañosa presentación, creemos que es importante que los aspirantes a los cargos de representación popular nos cuenten cuales son los países que ellos consideran como modelos, cuales son los sistemas políticos, económicos y de organización institucional a los que adscriben, cuales son sus proyectos de acción.

Seguramente, con estas simples clarificaciones notaremos las increíbles contradicciones entre lo que dicen y lo que hacen, lo que sin duda nos permitirá tener una imagen real, sin los disfraces de la palabrería, de aquellos que quieren mantenerse en el poder y de aquellos que pugnan por reemplazarles en el Gobierno.

Es importante consultar a los prospectos donde quieren el foco del poder, si en las estructuras partidarias o que estos sean el reflejo de las necesidades y esperanzas populares, es trascendente que respondan si ellos consideran que tienen obligaciones con quienes han votado por ellos o si están dispuestos a rendir cuentas permanentemente a sus electores.

Una de las respuestas que resulta indispensable es si están de acuerdo con el sistema de justicia que se está aplicando, si consideran que esta puede seguir dejando libres a los delincuentes o si son partidarios de un endurecimiento de las penas. Otra inquietud que debe ser respondida se refiere a la denegación de Justicia que hacen los Tribunales a grupos de nuestra sociedad.

Una consulta indispensable que se debe hacer a estos “sacrificados” servidores públicos es si ellos se consideran por sobre la Ley, las que les hemos visto transgredir de manera frecuente, y de no ser así indagarles sobre sus posturas en estos temas, además, por cierto exigirles un pronunciamiento sobre las sanciones en estos casos.

Preguntas elementales, cuyas respuestas sería interesante contrastar con lo que realmente quieren los pueblos, más libertades, una mayor transparencia, un perfeccionamiento de nuestra democracia e índices mayores de honestidad, a la vez que una ampliación de los mercados, pero sin que los representantes populares abdiquen de las necesarias regulaciones.

No en vano, y a pesar de la enorme cantidad de discursos con que somos bombardeados desde los ámbitos oficiales, nuestra sociedad ha retrocedido en todos los indicadores que miden transparencia, libertades económicas, percepción de corrupción, y como resultante de estos resultados, el pueblo se siente cada vez más alejado de la actividad publica.

Insistimos en la imperiosa necesidad de dignificar la política, indispensable para el funcionamiento de la democracia, llevar a ella a los mejores, que se han alejado por miedo a mancharse en una actividad que está desprestigiada, además, de que no renunciamos a nuestra petición de “legalizar” y hacer exigibles las promesas electorales.

Si aterrizamos la política, moralizamos los ofrecimientos, y se establece dudar penas a quienes usen de la demagogia para capturar nuestra parte de la soberanía popular, los votos, sin duda alguna no necesitaremos de inscripciones obligatorias para tener un pueblo que decida participar activamente en la toma de decisiones sobre nuestros destinos.

Una de las nociones que nunca debemos perder de vista es que estos empleados públicos superiores son contratados por la “ciudadanía” en base a lo que prometieron hacer, razón por la que les votamos, lo que les transforma, sin lugar a dudas, en empleados del pueblo, al que deben rendir un balance de su accionar.