Promocione esta página...

miércoles, 20 de octubre de 2010

Una imagen vale más que mil campañas, por Cristina Bitar.

Una imagen vale más que mil campañas,

por Cristina Bitar.



En nuestra historia son muchas las giras que distintos presidentes, y en distintos momentos, han hecho al exterior. En todas ellas, la tónica ha sido más bien la de salir a tocar puertas para conseguir apoyos. Sin embargo, estoy segura de que nunca antes la gira de un mandatario chileno tuvo el tono, el contenido y la recepción de la que realiza en estos momentos el Presidente Piñera por Europa. Esta vez no vamos a pedir préstamos, ni a renegociar lo que debemos, ni menos a dar explicaciones de algún proceso político en curso. Tal como los antiguos generales romanos tras la victoria, hoy nuestro gobernante recorre el viejo continente recibiendo los elogios y la admiración de un mundo que sigue atónito ante el impecable rescate de los 33 trabajadores de la mina San José: la perfección, hasta en el más mínimo detalle; la capacidad profesional de clase mundial, desde el ingeniero jefe hasta el último operario. Todo, visto por mil doscientos millones de personas gracias a este mundo globalizado.



Los cálculos sobre lo que habría costado poner a Chile en todos esos televisores hablan de montos cercanos a los diez mil millones de dólares, pero si sumamos el valor del contenido de esas imágenes, las cifras se disparan a una dimensión a la que el dinero no llega. Lo importante aquí es que esas imágenes y esa verdadera epopeya estuvieron impregnadas de valores transversales para todos, como la unidad, la fe, la capacidad de enfrentar grandes desafíos, la innovación y la esperanza de alcanzar el éxito. En un mundo competitivo y demandante, uno de los pocos elementos que realmente importan son los resultados y, en el caso de lo ocurrido en Copiapó, todo se conjugó para que éste se tradujera en éxito.



Por eso, Chile tiene hoy una oportunidad que se grafica en esta gira presidencial. El mundo ya nos conoce por nuestra esencia: un país minero con un capital humano sobresaliente y una clase dirigente que ya se la quisiera cualquier democracia occidental desarrollada. Sin embargo, hoy nos quiere conocer un poco más. Saber cómo fuimos capaces de llevar adelante una hazaña como la de estos últimos meses y triunfar incluso cuando todo apuntaba al fracaso. Hemos logrado algo difícil: entramos en el radar a una escala global, como nunca antes en nuestra historia.



Lo anterior nos supone un desafío tremendo: tomarnos esta oportunidad en serio y aprovecharla al máximo en pos de nuestros objetivos nacionales. La frase “hacerlo a la chilena” ya no es sinónimo de imperfección, ligereza o chambonada; ahora es un sello de calidad validado por cómo hicimos el rescate de los mineros. No podemos desaprovechar este momento: nuestras exportaciones tienen que redoblar su calidad, tenemos que ponernos como vara de medida los últimos acontecimientos. Ese debe ser, a partir de ahora, el nuevo estándar que define todo nuestro quehacer económico, social y cultural.



A la fecha hemos invertido importantísimas sumas de dinero en desarrollar campañas de imagen país que permitan mostrar a Chile en el exterior. Pues bien, el objetivo lo conseguimos emergiendo de las entrañas de la tierra en una cápsula denominada Fénix. En esta cápsula, y junto con nuestros mineros, salieron a la superficie valores olvidados, como el liderazgo y el esfuerzo que se necesita para hacer las cosas bien. El Presidente Piñera supo tomar decisiones difíciles en momentos en que las posibilidades de éxito eran casi nulas; el ministro Golborne lideró el rescate, exhibiendo una capacidad de conducción que demuestra por qué es uno de los mejores ministros y gerentes de América Latina, y André Sougarret ejecutó una planificación compleja, que culminó con una labor técnica de clase mundial. Aquí está la identidad de Chile. Ya no es la de un país mediocre, ni menos de uno que sale a dar excusas y explicaciones de sus triunfos morales. Al contrario, Chile es hoy un país que, en la Fénix y de la mano de 33 trabajadores, está, por fin, emergiendo del subdesarrollo. Esa es hoy la imagen de Chile y no es una campaña publicitaria: es pura y simplemente la realidad.