“Chile será recordado y reconocido no por Pinochet, sino como un ejemplo de unidad, liderazgo y coraje, fe y éxito”.
Sebastián Piñera en diario británico The Times.
Es un asunto de un tipo bastante ambivalente, pues la afirmación Presidencial es falsa en su primera parte, el País ni el mundo pueden dejar que se olvide la gigantesca obra refundacional y de reconstrucción del Gobierno Militar, así como tampoco puede haber alguien que no concuerde con la segunda parte de la frase en la que hace mención al titánico proyecto de levantar nuestra Patria después del terremoto de febrero y al rescate de los mineros que pasaron 69 días atrapados en las profundidades de la mina San José.
No hay duda que la percepción sobre Chile, además del reconocimiento como país, se han modificado después de la paupérrima gestión del Gobierno anterior y del pésimo manejo de la emergencia provocada por el terremoto de febrero de este año, la que en todas partes ha sido contrastada por el profesionalismo, la determinación y la fuerza que el Presidente Piñera imprimió a la búsqueda y posterior rescate de los mineros que contra todo pronóstico fueron rescatados en un estado de salud bastante aceptable.
El Señor Presidente, que es un agudo analista, no podrá desconocer que el Gobierno Militar llegó al poder tras el clamor popular que rechazaba el intento totalitario de Salvador Allende, ni tampoco sería razonable que tratara de ocultar que Chile fue asolado por la Unidad Popular que intentaba aherrojarnos por medio del hambre, que transgredía a diario la Constitución y las Leyes y que conducía al país a una guerra civil con la que pretendían eliminar a los “contagiados” por la vida burguesa.
Tampoco sería lógico que el Primer Mandatario tratara de obviar el verdadero salto al futuro que dio nuestra Patria bajo el Gobierno que encabezó el General Pinochet, poniendo el esquema administrativo del país al día, abriendo la economía al mundo, fomentando al sector privado y logrando un crecimiento económico desconocido en los últimos 50 años, mejorando la infraestructura para que nuestros productos pudiesen salir a los mercados exteriores a competir de igual a igual con economías gigantescas.
El Presidente Sebastián Piñera no puede dejar de desconocer que los uniformados, de las tres ramas de las FFAA y la policía Uniformada dictaron una moderna Constitución, la del 80, que fue ratificada en el plebiscito el 11 de septiembre de 1980, estableciendo un régimen transitorio, con los tiempos definidos para su completa entrada en vigencia, con un calendario claro, que se consumó con el plebiscito, en el que el país decidió por la alternativa de elecciones libres, las que perdió y respeto el triunfo de la oposición.
El Gobierno nacido del Pronunciamiento del 11 de septiembre de 1973 respetó en forma indiscutible su promesa de regularizar el funcionamiento del país, de reconstruir una economía que había sido destrozada por políticas socialistas ineficientes y desafortunados manejos, puntillosamente cumplieron con combatir al terrorismo, gatillado y financiado por potencias extranjeras, como una manera de dar seguridad a una ciudadanía que había quedado desmoralizada por el terror impuesto desde La Moneda.
Hoy todos quieren “vestirse” con el ropaje de los éxitos derivados de las políticas implementadas por nuestros hombres de armas, sin olvidar a un malandrín que se apropió de la Constitución, que decían abominar, después de hacerle unos cambios de tipo cosmético, y que fue re promulgada con la firma de sujetos que no habían tenido papel alguno en la recuperación de la democracia, que se opusieron al sistema económico, pero que nada hicieron por modificarlo, a pesar de sus promesas.
El Presidente Piñera no puede obviar, porque sería inmoral que lo hiciera, que durante los 20 años de la concertación el país funcionó primero por el impulso que le imprimió al país la Administración Pinochet, para comenzar a estancarse en el Gobierno de Frei Ruiz Tagle, proceso que se agudizó en el de Ricardo Lagos, para terminar el Gobierno de la Señorita Michelle Bachelet que terminó con un importante decrecimiento de todos los indicadores que miden el ascenso de los países.
Aunque duela a muchos de los que hoy son aposición, e inclusive a muchos de los que están Gobernando con el Presidente Piñera, el camino al progreso del país se logró con un precio miserable del cobre, con una Administración sabia que redujo la burocracia y estableció cánones especiales de productividad, reconstruyó, sacándolo de la quiebra, el país económica, política, social y moralmente entregándoles a sus sucesores, elegidos democráticamente como lo establece la Carta Magna, un país mejor que el que teníamos.
Señor Presidente no consideramos una buena determinación que usted siga “avalando” con sus palabras una grotesca falsificación de nuestra historia reciente, como la que han realizado los concertados para prolongar su presunta victimización, seguir desangrando el presupuesto nacional con indemnizaciones obtenidas por medio de una impostura, ni que siga ratificando una inhumana vendetta ejercida por las izquierdas internacionales contra aquellos que le infringieron una derrota de muerte al imperialismo soviético que terminó desmoronándose sin pena ni gloria.