Piñera y la instalación del nuevo Gobierno,
por Gonzalo Müller (*)
La atención que ha logrado generar el Presidente electo Sebastián Piñera con los nombramientos de sus ministros primero y luego de sus subsecretarios es bastante inusual, sobre todo por producirse en pleno período de vacaciones.
La solemnidad de las ceremonias y la carga simbólica que han encerrado hablan de que en ellas se estaba comunicando mucho más que el simple listado de nombres de aquellos que acompañarán en la primera línea al Mandatario a partir del 11 de marzo. Se les dio un marco emotivo, y un énfasis que permitieron transmitir con fuerza lo que fue la principal promesa política del entonces candidato: que en Chile se instalaría una nueva forma de gobernar.
Cada una de las presentaciones ha venido a darle contenido a esta promesa de la nueva forma de gobernar, con un gabinete marcado por la excelencia, con llamados a múltiples figuras independientes con destacadas trayectorias que se incorporan al Gobierno, demostrando que la política y el servicio público tienen abiertas sus puertas a profesionales que quieran servir a Chile.
El costo de esto es la falta de experiencia política, que ha sido motivo de muchos ataques desde la Concertación y más de un comentario al interior de la propia Coalición por el Cambio, pero que sintoniza muy bien con el profundo sentimiento de renovación de la política y la necesidad de rostros nuevos, mensaje que la ciudadanía envío con mucha fuerza en las pasadas elecciones y que aquí habría encontrado una respuesta desde el futuro gobierno.
El sentido de urgencia es otra de las manifestaciones de la nueva forma de gobernar y la entrega del cronómetro a los subsecretarios entrantes es un símbolo de este concepto. Se espera de ellos que asuman sus labores con premura, sin perder ni un solo minuto, como repite el Presidente electo Piñera cada vez que tiene ocasión. La motivación de este cambio de ritmo que se implementará en toda la administración pública se basa en las necesidades y urgencias de los propios ciudadanos, de cómo sus problemas no pueden esperar y merecen una pronta solución.
Así también se ha remarcado como importante el recuperar la cultura de hacer las cosas bien, en lo que se entiende es el amor por las cosas bien hechas, en que no basta con “hacer la pega”, con cumplir. De los integrantes de este gabinete se demanda que en sus gestiones se aprecie que cada una de las cosas que realicen, y de las políticas que implementen, sean abordadas con preocupación y dedicación, marcando la diferencia con las experiencias vividas durante los mandatos de la Concertación donde más de una vez se hizo evidente que la falta de preparación y de estudio, o los errores de implementación, hicieron fracasar proyectos o generaron innecesarios sufrimientos a los supuestos beneficiarios de estas políticas.
Todos estos mensajes vienen a confirmar que las promesas hechas durante la campaña se comienzan a cumplir, y colaboran en determinar lo que aparece como el estilo o sello de la administración de Sebastián Piñera.
Así hemos tenido un febrero extraordinariamente activo en política, donde hemos visto los esfuerzos de comunicación desplegados por el nuevo gobierno, todos orientados a conseguir un objetivo clave de la instalación, que es entrar en sintonía con la ciudadanía, acrecentando la base de apoyo y darle un margen mayor de maniobra al Presidente electo en sus primeros meses. Los frutos de estos esfuerzos los veremos en las encuestas que nos informen del nivel de aprobación con el que entrará a La Moneda la nueva administración.