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viernes, 26 de febrero de 2010

El albañil y la bloguera, por Roberto Ampuero.


El albañil y la bloguera,

por Roberto Ampuero.


En estos días nuevamente queda de manifiesto la violación a los derechos humanos bajo la dictadura de los hermanos Castro, la que se aproxima a su fin por razones biológicas. Se trata de abusos que no pueden dejar indiferentes a la ciudadanía ni a los partidos políticos, menos cuando guardan nexo con el Chile de hoy o nos recuerdan los peores años de nuestra historia reciente. Condenar estas acciones escapa a la lógica binaria de izquierda o derecha, vinculándose con el respeto a los derechos humanos que debemos exigir dentro y fuera del país, por convicción y coherencia democráticas.

Uno de estos abusos tiene lugar actualmente con la destacada bloguera cubana Yoani Sánchez. Gracias a sus crónicas sobre la existencia cotidiana en la isla, la periodista ganó el Premio Ortega y Gasset de Periodismo Digital, de España, en 2008, y una importante distinción de la Universidad de Columbia, de Estados Unidos, en 2009. Sin embargo, no pudo recibir esos premios, pues el régimen cubano le impide la salida del país. Ahora se espera a Yoani en el Congreso de la Lengua Española, que se celebra la próxima semana en Valparaíso, y si bien ya recibió visa chilena, La Habana continúa sin permitirle el desplazamiento. Aunque nos resulte inconcebible, los ciudadanos de Cuba, al igual que los de Corea del Norte, necesitan visado para salir y regresar a su patria. Nos vemos así ante una situación kafkiana: la dictadura más longeva del mundo, que dispone de un formidable aparato represivo y controla todos los medios cubanos, teme las palabras que una joven y valiente periodista independiente pueda pronunciar en Valparaíso.

Por otra parte, a consecuencia de una huelga de hambre falleció este martes en La Habana el activista de los derechos humanos Orlando Zapata Tamayo, uno de los cerca de 200 presos políticos de la isla. Para el régimen no se trata de presos de conciencia, sino de “agentes de la CIA” o “del exilio”, acusación de clara inspiración estalinista. El albañil de 42 años, detenido por exigir pacíficamente libertad y democracia, inició su ayuno hace casi tres meses en protesta por las palizas a que lo sometían sus carceleros.

Reconocido como preso de conciencia por Amnistía Internacional, organización que en Chile jugó un rol crucial en la denuncia a la violación de derechos humanos, Zapata fue condenado en 2003 a tres años de cárcel, pero posteriormente se amplió su pena a 36 años. Su proceso coincidió con el de 75 periodistas y activistas de derechos humanos, condenados a un promedio de 20 años cada uno, lo que arrojó en total mil 500 años de prisión, algo inédito en la historia de la represión en el continente.

Es dañino para la educación y la sensibilidad democrática nacional que guardemos silencio ante estos hechos. En Chile las personas y partidos políticos que sufrieron y denunciaron con razón la represión bajo el régimen militar son los primeros que deberían repudiarla en la isla. Tal vez su crítica, en el caso de la bloguera, mueva a los Castro a permitirle visitar un país que los hermanos conocen y ha sido objeto de su intervencionismo. En el caso del albañil, desafortunadamente, toda solidaridad ya es tardía.