Hernan Felipe Errázuriz
ex Ministro de RREE.
El mundo que espera a Piñera,
por Hernán Felipe Errázuriz.
Sebastián Piñera tendrá favorable acogida internacional y mayor libertad para su diplomacia. Es pragmático, y en su conglomerado, a diferencia de la Concertación, no hay presiones a favor de las agendas de Cuba, o del socialismo chavista, o de Evo Morales y demás ideologismos. Tampoco está sujeto a cuoteo en los nombramientos ni tiene razones partidistas como para repetir errores del gobierno saliente, de entrometerse en campañas presidenciales extranjeras como las de Romano Prodi y Ségolène Royal, echándonos encima gratuitamente a Sarkozy y a Berlusconi.
En Europa tendrá buena recepción en las principales naciones; en Alemania, Francia e Italia gobierna la derecha, y pronto lo hará en Gran Bretaña. En EE.UU. tiene afinidades con la influyente comunidad de negocios. En el resto del mundo priman los intereses económicos, y Chile está retomando el crecimiento y cuenta con amplios acuerdos comerciales. El ocaso de Chávez y la recuperación económica mundial también ayudarán, pues permitirán despolitizar los organismos internacionales, en particular Unasur.
Los desafíos internacionales del nuevo Presidente provendrán de las relaciones regionales, que no parecen fáciles. Los tres vecinos tienen demandas territoriales. La boliviana es la más seria: amenaza poner término al tratado de paz o multilateralizar su reclamación si no se acoge su aspiración marítima. Habrá una ofensiva de Evo, pero Piñera ha sido claro en que, sin ceder soberanía, favorecerá la cooperación y la conectividad con Bolivia.
Con Argentina, la mejoría vendrá del gobierno que suceda a los Kirchner, que se supone irá hacia el centro. Alan García, en cambio, ha manifestado iniciar con Piñera una nueva etapa, que sabemos nunca es duradera con el Perú. Brasil, potencia mundial, probablemente gire también al centro y se interese por la región. En este cuadro complejo es fundamental una Cancillería mejor articulada, con más recursos y con una diplomacia profesional. En las relaciones económicas, el atributo empresarial del Presidente exigirá reformas desburocratizadoras para aprovechar mejor los mercados.
Otro gran desafío es la coordinación de la política exterior, de los medios públicos y privados, incluyendo a las instituciones de la defensa. A veces, por sus descoordinaciones, ellos han causado desencuentros y expectativas inconducentes con los vecinos. En esta tarea el Presidente no tiene sustituto, los cancilleres solos no pueden imponerse a los demás ministerios.
La política exterior tiene principios e intereses permanentes que configuran una política de Estado, que trasciende a los presidentes y a la que se debe contribuir sin partidismo, como ha ocurrido en sucesivos gobiernos. Lo variable son las condiciones externas, las prioridades y la gestión de los intereses nacionales, a cuyo respecto Piñera puede hacer una diferencia y tiene vientos favorables.
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