(Miles de personas marcharon en Washinton en defensa de la vida)
Un ruego por la vida.
Por decir lo menos resulta sorprendente que los demócratas en los Estados Unidos, que obtienen los votos de la mayoría de los católicos y cristianos, sean los grandes promotores del aborto en ese país, pisoteando los derechos de los seres que aún no han nacido.
El decreto que se anuncia firmará el recién asumido Presidente Barack Obama autorizando el uso de dineros federales para financiar a las organizaciones que promueven o practican esta criminal manera de asesinar a los no natos nos parece monstruoso.
Poco se saca con hacer “gárgaras” con la defensa de los derechos humanos si el discurso es inmediatamente contradicho con la complicidad con el asesinato de millones de seres vivos a los que se niega el derecho a nacer.
No podemos dejar de decirlo, vimos con simpatía el acceso del primer negro a la Primera Magistratura de ese país, pero con amargura debemos reconocer que hemos sido defraudados con este anuncio que atenta contra el derecho fundamental a la vida.
Consideramos de una inconsecuencia brutal la retórica que anuncia una nueva era de respeto a los derechos fundamentales y aprobar este monstruoso atentado contra la vida y contra los valores de una parte importante de los cristianos.
Nos parece vulgarizante y decadente el seguir fomentando las satisfacciones sensoriales por sobre los valores espirituales, lo que sin duda es una muestra de la aguda crisis moral que afecta a las sociedades contemporáneas.
Nos adherimos al clamor del Obispado nortemericamo, y de los mundos cristianos, solicitando al Mandatario no promulgar estas modificaciones legales que solo ahondarán las luchas valóricas en sociedades que ya se encuentran suficientemente tensionadas.
No se construyen sociedades más justas, ni tampoco se es más “progresista”, pretendiendo edificar el futuro sobre los cadáveres de un grotesco holocausto en contra de los seres más indefensos de nuestras naciones.
Por decir lo menos resulta sorprendente que los demócratas en los Estados Unidos, que obtienen los votos de la mayoría de los católicos y cristianos, sean los grandes promotores del aborto en ese país, pisoteando los derechos de los seres que aún no han nacido.
El decreto que se anuncia firmará el recién asumido Presidente Barack Obama autorizando el uso de dineros federales para financiar a las organizaciones que promueven o practican esta criminal manera de asesinar a los no natos nos parece monstruoso.
Poco se saca con hacer “gárgaras” con la defensa de los derechos humanos si el discurso es inmediatamente contradicho con la complicidad con el asesinato de millones de seres vivos a los que se niega el derecho a nacer.
No podemos dejar de decirlo, vimos con simpatía el acceso del primer negro a la Primera Magistratura de ese país, pero con amargura debemos reconocer que hemos sido defraudados con este anuncio que atenta contra el derecho fundamental a la vida.
Consideramos de una inconsecuencia brutal la retórica que anuncia una nueva era de respeto a los derechos fundamentales y aprobar este monstruoso atentado contra la vida y contra los valores de una parte importante de los cristianos.
Nos parece vulgarizante y decadente el seguir fomentando las satisfacciones sensoriales por sobre los valores espirituales, lo que sin duda es una muestra de la aguda crisis moral que afecta a las sociedades contemporáneas.
Nos adherimos al clamor del Obispado nortemericamo, y de los mundos cristianos, solicitando al Mandatario no promulgar estas modificaciones legales que solo ahondarán las luchas valóricas en sociedades que ya se encuentran suficientemente tensionadas.
No se construyen sociedades más justas, ni tampoco se es más “progresista”, pretendiendo edificar el futuro sobre los cadáveres de un grotesco holocausto en contra de los seres más indefensos de nuestras naciones.