( Foto: Mario Montes, Director de Reacción Chilena)
Muchos nos preguntamos donde quedaron esas características de valor e indomabilidad que hicieron famoso al pueblo de Chile, el que fue loado por Alonso de Ercilla en su inmortal obra, La Araucana,
Creemos que no hemos perdido nuestras características nacionales, pero, sospechamos que hemos sido narcotizados por el lenguaje edulcorado que han utilizado nuestros actuales Gobernantes para engañarnos y falsificar nuestra historia.
Junto a droga maldita de la mentira nos han fomentado todos los vicios que han podido, el egoísmo, la avaricia, la intensa búsqueda de satisfacciones sensoriales, la gula, y el escaso apego a los valores éticos.
Ética, moral e intelectualmente hemos sido corrompidos por la pandilla que se ha encaramado en el poder, y que tiene hoy su guarida en el Palacio de la Moneda, con tentáculos que han podrido todos los poderes del Estado.
Si hasta las palabras han sido desnaturalizadas para resultar indicando valores que se oponen a su significado real y normal , para ellos, por ejemplo, democracia es un ejercicio que debe llevar a la imposición de sus posiciones personales o grupales.
Nuestras libertades, sean estas espirituales, ciudadanas o valóricas simplemente han sido abrogadas y reemplazadas por meras copias que nos esclavizan sin la necesidad de tenernos encadenados o sometidos al potro del tormento.
Es necesario reaccionar rápidamente, no vaya a ser cosa de que cuándo consideremos que ha llegado el momento de no seguir soportando la situación descrita nos demos cuenta que es demasiado tarde y que no existe remedio.
Anteriormente podríamos haber solicitado a las reservas morales de la Nación su intervención en defensa de nuestros valores y libertades esenciales, hoy, después de la demolición a la que han sido sometidos nadie saldrá al rescate.
De todos nosotros, de ti, del de más allá, así como del de más acá depende que logremos cambiar nuestra sociedad, cambio que evidentemente debe comenzar por nuestras personas y aunque sea con sacrificio expandir las posibilidades de lograr un cambio.
Del pueblo de Chile, en el sentido racional de la palabra que incluye a todos los habitantes del país, debe tomar el toro por las astas y poner fin a los “demoníacos” planes de aquellos que quieren subyugarnos a doctrinas extrañas.
No sigamos escuchando los “cánticos de sirena” con los que pretenden seguir siendo los dueños del país, pongámosle coto de una vez por todas a la palabrería exigiendo que esta sea reemplazada por hechos concretos.
Narco-política
Muchos nos preguntamos donde quedaron esas características de valor e indomabilidad que hicieron famoso al pueblo de Chile, el que fue loado por Alonso de Ercilla en su inmortal obra, La Araucana,
Creemos que no hemos perdido nuestras características nacionales, pero, sospechamos que hemos sido narcotizados por el lenguaje edulcorado que han utilizado nuestros actuales Gobernantes para engañarnos y falsificar nuestra historia.
Junto a droga maldita de la mentira nos han fomentado todos los vicios que han podido, el egoísmo, la avaricia, la intensa búsqueda de satisfacciones sensoriales, la gula, y el escaso apego a los valores éticos.
Ética, moral e intelectualmente hemos sido corrompidos por la pandilla que se ha encaramado en el poder, y que tiene hoy su guarida en el Palacio de la Moneda, con tentáculos que han podrido todos los poderes del Estado.
Si hasta las palabras han sido desnaturalizadas para resultar indicando valores que se oponen a su significado real y normal , para ellos, por ejemplo, democracia es un ejercicio que debe llevar a la imposición de sus posiciones personales o grupales.
Nuestras libertades, sean estas espirituales, ciudadanas o valóricas simplemente han sido abrogadas y reemplazadas por meras copias que nos esclavizan sin la necesidad de tenernos encadenados o sometidos al potro del tormento.
Es necesario reaccionar rápidamente, no vaya a ser cosa de que cuándo consideremos que ha llegado el momento de no seguir soportando la situación descrita nos demos cuenta que es demasiado tarde y que no existe remedio.
Anteriormente podríamos haber solicitado a las reservas morales de la Nación su intervención en defensa de nuestros valores y libertades esenciales, hoy, después de la demolición a la que han sido sometidos nadie saldrá al rescate.
De todos nosotros, de ti, del de más allá, así como del de más acá depende que logremos cambiar nuestra sociedad, cambio que evidentemente debe comenzar por nuestras personas y aunque sea con sacrificio expandir las posibilidades de lograr un cambio.
Del pueblo de Chile, en el sentido racional de la palabra que incluye a todos los habitantes del país, debe tomar el toro por las astas y poner fin a los “demoníacos” planes de aquellos que quieren subyugarnos a doctrinas extrañas.
No sigamos escuchando los “cánticos de sirena” con los que pretenden seguir siendo los dueños del país, pongámosle coto de una vez por todas a la palabrería exigiendo que esta sea reemplazada por hechos concretos.