27F: Bachelet se equivocó antes, durante y después,
por
Sergio Melnick.
La exhibición de los videos de la
noche del terremoto ha causado una triste sensación pública. Finalmente
murieron 525 chilenos más 25 desaparecidos, y quizás algunos o muchos podrían
haber vivido. Hay varios altos funcionarios públicos procesados por la
justicia, que demuestran que el manejo no fue apropiado, quizás negligente, al
menos cuestionable. Para mí simple y claro: fue incompetente. La
responsabilidad política final de tanto desacierto es sin duda de Bachelet, la
entonces Jefe de Gobierno. La tremenda comedia de equivocaciones e
incompetencia que ocurrió en esa oportunidad fue encabezada por Bachelet, como
todos ya lo apreciamos en el video.
La Concertación, de manera airada,
trata infructuosamente de defender lo indefendible de la ex Presidenta, como si
ésta hubiese hecho una actuación impecable. Sostienen que se trata de una
orquestada "maniobra" política para demoler la imagen de Bachelet.
Pero lo claro es que lo hizo muy mal, tal como fue el caso del Transantiago,
Sename, EFE, ENAP, la economía, la inversión, y tantas otras cosas que no vale
la pena reiterar ahora. Ya habrá tiempo.
En el caso del terremoto, Bachelet
se equivocó antes, durante y después.
Se equivocó antes, porque la ONEMI
básicamente no estaba preparada para lo que debía haberlo estado, en un país
que sufre recurrentemente de terremotos. El aparato estatal de emergencia,
simplemente no funcionó como se requería, y esa era parte de su responsabilidad
como Jefe de Gobierno. Es su trabajo, esa era su administración. La ONEMI
estaba dirigida por una persona nombrada por Bachelet, que, en lo más
elemental, no tenía las competencias necesarias para la función. Su
especialidad eran las comunicaciones y no administrar las emergencias. Nadie
entiende con qué criterio se la designó. Aun así, ahora sabemos que ella, con
antelación, había mandado mails, solicitando financiamiento necesario para la
ONEMI, al asesor más directo y personal de Bachelet, los que no tuvieron eco alguno.
Bachelet -o el asesor- no entendía que el financiamiento de los equipos
tecnológicos, sin recursos para instalarlos y operarlos, era exactamente lo
mismo que no tenerlos. Bachelet, además, le echó la culpa del problema a la
Universidad de Chile. Para la Concertación ella nunca es responsable de ninguno
de los estropicios que generó, pero toda la evidencia de su mala gestión es
elocuente.
También se equivocó durante el
episodio, lo que en parte lo hemos apreciado en el video que muestra
lastimosamente a la ex Presidenta mascando chicle, absolutamente desorientada,
sin atinar a nada, y sin dejar tampoco que otros pudieran atinar, ya que de
hecho el Presidente se transforma en el jefe del lugar una vez que aparece ahí.
Lo que más le interesaba, al parecer, era un helicóptero para ir con
periodistas al lugar, lo que era absolutamente inútil. Era sólo vistoso.
Bachelet estuvo paralizada y simplemente frente a las dudas, no tomó la
decisión evidente de decretar la evacuación, para lo cual, aunque fuese sólo como
precaución, estaba ampliamente justificada por la magnitud del terremoto. Hoy,
además, sabemos que la alerta de tsunami sí estuvo vigente por casi una hora.
Pero nadie supo interpretar la información, nadie supo qué hacer, nadie supo
qué preguntar, nadie hizo nada en definitiva antes de que fuese demasiado
tarde.
Finalmente, Bachelet se equivocó
después, ya que la experiencia señala que frente a esas tragedias las dos
primeras grandes prioridades son tratar de garantizar el abastecimiento y la
seguridad pública. Pero la ex Presidenta, por razones ideológicas añejas e
inaceptables, simplemente no tomó las decisiones necesarias para garantizar la
seguridad y todos fuimos testigos de los saqueos y otras graves situaciones en
la zona, por un tiempo demasiado largo. Fue una vergüenza. Finalmente hizo lo
obvio, que era acudir a la ayuda de los militares.
Hasta la fecha, Bachelet aún no
habla de sus desaciertos en el terremoto. Tampoco ha respondido por la
educación, y tantos otros malos manejos de su gobierno. Incluso en el tema del
Transantiago trató de esbozar una justificación, planteando que su intuición le
decía que la cosa iba mal, pero igual no tomó decisiones adecuadas. Ricardo
Lagos dijo, asombrosa y cobardemente, que había sido perfectamente bien diseñado
pero mal implementado. En fin. Nadie en la Concertación defiende a Lagos porque
no es carta presidencial. Pero Bachelet sí lo es. Para mí, ojalá lo sea para
que empiece alguna vez a dar las explicaciones públicas que necesitamos. La
lista es muy larga.
Bachelet efectivamente
tiene mucha popularidad, aunque ésta baja lentamente. Pero ahora ya sabemos que
popularidad no es sinónimo de buen gobierno, y también ocurre al revés.
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