jueves, 24 de abril de 2008
Estafa dialéctica….
Uno de los cambiazos dialécticos más importantes de este tiempo es la desfiguración de la palabra libertad, que ejemplifica todos nuestros derechos y los limita al comienzo de los de otras personas, para transformarlo en libertinaje, ese “derecho” que solo implica la satisfacción de nuestras “necesidades” sin importar mayormente lo que puedan sentir o pensar los demás.
Estos pensamientos que preceden son el resultado “práctico” del análisis de las actitudes “egocéntricas” de personas que piensan que porque Dios les dio la posibilidad de quedar embarazadas, ellas, como propietarias de su cuerpo pueden decidir si eliminan, abortando a ese ser que comienza a vivir, o si, en una demostración de “humanidad” le permiten al feto desarrollarse.
Estamos ciertos que ni en el Tercer Reich, ni en las políticas de limpieza étnica de los Gobiernos Comunistas, casi todos fenecidos, se les pasó por la mente la posibilidad de realizar una matanza masiva como la que se está induciendo ni tampoco se les hubiese ocurrido imaginar que parte importante de la población, mujeres incluidas, serían cómplices de esta degollina.
Esta situación, que creemos extremadamente perniciosa, la vemos como el resultado inevitable de la manipulación de temas, como el de los Derechos Humanos, o el de los Derechos Reproductivos, que si bien es cierto fueron puestos en la mente ciudadana, su uso, con fines políticos y económicos, terminaron por desvalorizarlos, arrasando, por cierto con muchos valores similares.
El “manoseo” de temas serios, en este caso, como el de la fertilidad y la sexualidad solo puede degradarlos, enviándolos a un lugar secundario al quitarle las hermosas motivaciones de afecto y cariño, además de despojarlas de la maravillosa naturaleza que nos permite la posibilidad de “crear” nuevos seres humanos, de manera natural, sin tener que recurrir a deshumanizantes técnicas.
Algunos políticos, de los más siniestros por cierto, están ofreciendo libertades personales momentáneas, pero viéndolos actuar debemos concluir que solo es un anzuelo para posteriormente inhibirnos permanentemente todas las libertades individuales. Creemos, al menos eso hemos tratado, haberles advertido de los peligros que enfrentamos, ojalá nuestro mensaje sea bien recibido.
En caso de que no exista interés por escucharnos, les invitamos, pues no pasará mucho tiempo para que este mal presagio se cumpla, a que nos reunamos en la Plaza Italia, para que, multitudinariamente, lloremos como niños la pérdida de valores y libertades que ni siquiera tratamos de defender como adultos concientes, mucho menos aún como personas racionales o reflexivas.