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miércoles, 30 de marzo de 2011

Meditaciones a 20 años del asesinato de Jaime Guzmán, por Mario Montes.


Meditaciones a 20 años del asesinato de Jaime Guzmán,

por Mario Montes.



Amamos profundamente a Chile y por eso queremos seguir construyendo una nación sólidamente afirmada en los valores morales y espirituales propios de nuestras raíces cristianas. Amamos entrañablemente a nuestra familia y por eso queremos forjar una sociedad que siempre la respete y la fortalezca. Amamos intransablemente nuestra libertad y por eso queremos afianzar un sistema político y económico-social que combine democracia y progreso. Que ofrezca a cada hijo de esta tierra mayores y mejores oportunidades”.

Jaime Guzmán E.


Sumamente difícil resulta que alguien no esté de acuerdo con las sabias palabras que en su vida nos dejo el ex Senador Jaime Guzmán Errázuriz, pero a la vez, como hemos podido constatar en el actuar de quienes se dicen sus admiradores y seguidores, no es fácil seguir los preceptos de este santo, que a la vez fue un político de fuste.


Hace 20 años, cuándo este ilustre hijo de Chile fue asesinado, por la barbarie y el odio rojo, miles de personas asistieron a sus exequias y a sus funerales, una ola de incredulidad, rabia y dolor estremecieron al país de norte a sur, nadie en su sano juicio podía entender que a este hombre que solo hizo el bien le hubiesen eliminado.


El pecado de Jaime Guzmán fue haber tenido una vida de templanza, en la que fue absolutamente consecuente con lo que pensaba, nunca transigió ni con la falsedad ni con las acomodaticias posturas pragmáticas que caracterizan a nuestros políticos con su don especial de estar siempre al lado en que les es conveniente.


Jaime Guzmán fue un católico convencido, de misa diaria, un asceta que vivió con lo indispensable, pero que en todos los actos de su vida demostró un inmenso amor por nuestra Patria y una inmensa preocupación por la situación de nuestro pueblo, no en el entendido politiquero, en el sentido de todos los chilenos.


El amor a Dios, la familia, la libertad, la democracia, el progreso, la justicia social, la igualdad de oportunidades, la seguridad de los ciudadanos, la patria, los derechos humanos, fueron algunos de los temas en que fue intransigente, lo que, sin duda alguna, movió a los criminales a decretar su holocausto, exterminando a este hombre grande.


Jaime Guzmán no fue solamente un hombre de ideales, fue un maestro de juventudes, fue un ciudadano ejemplar, un joven que dio lecciones a una clase política que a cambio de beneficios o de poder fue capaz de llevar al país a enfrentamientos dolorosos, un creyente que llenó la vida pública de valores trascendentes.


No deja de entristecernos ver la desorientación de sus actuales seguidores, entre los que se han colado algunos que nada tienen que ver con las enseñanzas del martirizado, ni la ceguera política con que el partido que el fundo ha abandonado sus principios, transformándose en elementos sin Dios ni ley.