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miércoles, 24 de octubre de 2012

La realidad del voto voluntario: Garrote o zanahoria.










La realidad del voto voluntario: Garrote o zanahoria,
por Gonzalo Müller.


Este domingo funcionará por primera vez la nueva institucionalidad de la inscripción automática y el voto voluntario, con la incertidumbre respecto de qué nivel de participación lograremos en estas elecciones municipales.




Para cifrar correctamente las expectativas, es bueno comparar nuestra realidad con la de otros países que también tienen voto voluntario. Tal es el caso de Francia, en cuya última elección local participó el 51% de los electores en edad de votar; en España, votó el 66%, y en Colombia, el 45%. En las tres realidades hablamos de democracias estables y sistemas políticos consolidados y legitimados, donde la oscilación es producto del mayor o menor interés o del nivel de competencia entre la diversa oferta política.



En nuestro país aún no tenemos datos de comportamiento, por ser la primera vez que rige la voluntariedad, pero sí a partir de los diferentes sondeos se proyecta una concurrencia a votar en esta Municipal de entre el 52% y el 60%, lo que calificaríamos como un buen nivel de participación. Además, en los mismos sondeos, cuando se pregunta la probabilidad de votar en una elección Presidencial, el porcentaje declarado de participación sube a cifras que van desde el 56% al 64%, tratándose de una contienda que, más allá de los candidatos específicos que compitan, concita siempre mayor interés ciudadano.



Bajo estos datos, nuestra participación electoral debiera ser catalogada de buena, en la medida en que supere el 50% de los chilenos inscritos, y de alta o muy buena, si llega a superar el 60%. Tales cifras reflejarán, como un termómetro, la calidad y valoración que los ciudadanos van haciendo de nuestra democracia y de la oferta política a la que se ven expuestos.



Así, se espera que este año voten más chilenos que nunca antes en una elección, pero al mismo tiempo se constate la existencia de una cantidad importante que, bajo distintos argumentos, opta libremente por no participar. Y es que una vez más debemos recordar que el mayor cambio que genera el voto voluntario es trasladar la responsabilidad de la participación hacia la oferta política: son los candidatos y sus partidos quienes deben entender que, para lograr mayor apoyo, tienen que convencer y movilizar a sus electores. Por ello es que para esta elección se esperaba el desarrollo de nuevos mensajes y herramientas: algo que sigue en deuda, a la luz de lo tradicionales que fueron en general las campañas Municipales.



Hoy son varias las voces desde la Concertación que, anticipando los resultados del domingo, dicen ahora que fue un error aprobar el voto voluntario, y que estarían por reabrir esta discusión en el Congreso, buscando regresar al sufragio obligatorio, pero manteniendo la inscripción automática; es decir, que los ciudadanos ya inscritos por ley se vean obligados a votar en cada elección, bajo el apercibimiento de verse expuestos a sanciones o multas.



Este intento o reacción frente a la incapacidad de convocar y movilizar a los que suponen son sus electores, podría contestarse recordando lo dicho, al momento de aprobar la voluntariedad del voto, por varios destacados líderes de la propia Concertación, como los Senadores Ricardo Lagos Weber, Fulvio Rossi y Patricio Walker. Este último afirmó entonces: “La gente ahora va a tener una zanahoria y un garrote claros: si hacemos bien las cosas, la gente va a ir a votar; si lo hacemos mal, la gente nos va a castigar no yendo a votar. Eso va a generar los incentivos y desincentivos necesarios para producir un remezón del sistema político”.

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