La realidad
del voto voluntario: Garrote o zanahoria,
por Gonzalo Müller.
Este
domingo funcionará por primera vez la nueva institucionalidad de la inscripción
automática y el voto voluntario, con la incertidumbre respecto de qué nivel de
participación lograremos en estas elecciones municipales.
Para
cifrar correctamente las expectativas, es bueno comparar nuestra realidad con
la de otros países que también tienen voto voluntario. Tal es el caso de
Francia, en cuya última elección local participó el 51% de los electores en
edad de votar; en España, votó el 66%, y en Colombia, el 45%. En las tres
realidades hablamos de democracias estables y sistemas políticos consolidados y
legitimados, donde la oscilación es producto del mayor o menor interés o del
nivel de competencia entre la diversa oferta política.
En
nuestro país aún no tenemos datos de comportamiento, por ser la primera vez que
rige la voluntariedad, pero sí a partir de los diferentes sondeos se proyecta una
concurrencia a votar en esta Municipal de entre el 52% y el 60%, lo que
calificaríamos como un buen nivel de participación. Además, en los mismos
sondeos, cuando se pregunta la probabilidad de votar en una elección Presidencial,
el porcentaje declarado de participación sube a cifras que van desde el 56% al
64%, tratándose de una contienda que, más allá de los candidatos específicos
que compitan, concita siempre mayor interés ciudadano.
Bajo
estos datos, nuestra participación electoral debiera ser catalogada de buena,
en la medida en que supere el 50% de los chilenos inscritos, y de alta o muy
buena, si llega a superar el 60%. Tales cifras reflejarán, como un termómetro,
la calidad y valoración que los ciudadanos van haciendo de nuestra democracia y
de la oferta política a la que se ven expuestos.
Así, se
espera que este año voten más chilenos que nunca antes en una elección, pero al
mismo tiempo se constate la existencia de una cantidad importante que, bajo
distintos argumentos, opta libremente por no participar. Y es que una vez más
debemos recordar que el mayor cambio que genera el voto voluntario es trasladar
la responsabilidad de la participación hacia la oferta política: son los candidatos
y sus partidos quienes deben entender que, para lograr mayor apoyo, tienen que
convencer y movilizar a sus electores. Por ello es que para esta elección se
esperaba el desarrollo de nuevos mensajes y herramientas: algo que sigue en
deuda, a la luz de lo tradicionales que fueron en general las campañas Municipales.
Hoy son
varias las voces desde la Concertación que, anticipando los resultados del
domingo, dicen ahora que fue un error aprobar el voto voluntario, y que
estarían por reabrir esta discusión en el Congreso, buscando regresar al
sufragio obligatorio, pero manteniendo la inscripción automática; es decir, que
los ciudadanos ya inscritos por ley se vean obligados a votar en cada elección,
bajo el apercibimiento de verse expuestos a sanciones o multas.
Este
intento o reacción frente a la incapacidad de convocar y movilizar a los que
suponen son sus electores, podría contestarse recordando lo dicho, al momento
de aprobar la voluntariedad del voto, por varios destacados líderes de la
propia Concertación, como los Senadores Ricardo Lagos Weber, Fulvio Rossi y
Patricio Walker. Este último afirmó entonces: “La gente ahora va a tener una
zanahoria y un garrote claros: si hacemos bien las cosas, la gente va a ir a
votar; si lo hacemos mal, la gente nos va a castigar no yendo a votar. Eso va a
generar los incentivos y desincentivos necesarios para producir un remezón del
sistema político”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario