Divagaciones sobre la In-Justicia…,
por Mario Montes,
Director de Diario Electrónico Reacción Chilena.
Nuestra Justicia resulta
cada día que pasa más incomprensible para el ciudadano común por su
permisividad, además de la extrema
preocupación que muestra por los
delincuentes y la absoluta indefensión en que deja a las victimas de las
fechorías de los malhechores, dejando en la ciudadanía una fuerte sensación de
abandono.
Hace un par de días
pensamos que las cosas comenzaban a variar y nos congratulábamos del fallo de
la Corte de Apelaciones que enmendaba la resolución del el Tercer Juzgado de
Garantía de Santiago y ordenaba la inmediata detención de Pablo Ávila Méndez,
ese barrista de la “U” que se encuentra confeso del asesinato de un seguidor de
Colo Colo.
Hace pocas horas sentimos
una sensación de que las cosas mejoraban al notificarse por el cargo de
homicidio por omisión a un sujeto que
metió a un amigo en la tina intentando que se le pasara la borrachera, cuándo
despertó se su propia embriaguez se encontró con que su amigo había fallecido
ahogado, dejando al irresponsable con medidas cautelares.
La alegría y la esperanza
se nos esfumaron rápidamente con el fallo de la Sala Penal de la Corte Suprema
que rechazó anular el juicio por colocación de bombas en contra de seis
personas que fueron imputadas, dejando en la más absoluta impunidad la colocación
de decenas de artefactos explosivos que alarmaron a la ciudadanía.
Lo que terminó de matar
nuestras expectativas fue recordar que la ex Presidente Michelle Bachelet no
recibió sanción alguna por su manejo “descuidado” de la situación producida por
el sismo del 27 F en el que, por incumplimiento de los protocolos de la ONEMI
para una hecatombe de esas dimensiones,
murieron por el maremoto más de 150 personas.
Si las situaciones de
laxitud legal de que somos testigos, en las que es evidente la mano blanda con
los transgresores de las leyes, las comparamos con la mano dura que se aplica a
los militares, a los que inclusive se condena por suposiciones y meras presunciones,
tenemos un cuadro completo de la injusticia permanente a la que se nos está
sometiendo.
Creemos que los
aberrantes fallos de que estamos siendo testigos deben llevar al país a meditar
sobre el papel del Poder Judicial y la calidad de las leyes que se hacen en el
Congreso, pues, creemos que desde hace más de 20 años los primeros han abdicado
de su obligación de hacer Justicia y los segundos de legislar en beneficio de
la recta aplicación del derecho.
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