Las
barras bravas de la política,
por
Mario Montes.
Las
barras bravas parecen no ser una exclusividad de los clubes
deportivos, especialmente los ligados al fútbol, sino que al parecer
también se han afianzado en nuestra política al alero de partidos
que posan de democráticos, pero que en la acción y en la palabra
son fervientes defensores de las dictaduras comunistas, del chacal
caribeño y de su preciado hijo, el tirano de Venezuela.
Claro,
estos cipayos del partido comunista y sus asociados, no saltan en los
tablones de los estadios, pero al igual que los miembros de los de
abajo, de la Universidad de Chile, o de los de la garra blanca,
de Colo Colo, entre otros grupos de matones que asisten a los campos
deportivos, por medio de las funas han descubierto una fórmula
para inhibir a quienes opinan distinto por medio del terror y de la
agresión.
Basta
que alguna persona tenga una idea diferente, o una manera de analizar
el pasado cercano, diferente a la de ellos para que de inmediato sea
etiquetado como fascista o para que se le endilgue el mote de
asesino, convirtiendo al opositor en enemigo y transformándole en
blanco de una feroz campaña de desprestigio y sometiéndole a las
más bestiales vejaciones por parte de grupúsculos fanatizados que
saben que sus agresiones son gratuitas.
Los
derechos que garantiza nuestra Constitución, y que para ellos
reclaman con fuerza, les son negados a quienes tenemos una visión
diferente de lo ocurrido durante los tres años fatídicos en que
Allende intentó sojuzgarnos o de los 17 años de reconstrucción
realizados por el pueblo de Chile bajo la conducción del Gobierno de
las Fuerzas Armadas y de Orden que encabezó el General Pinochet.
La
verdad y el rigor histórico de lo sucedido carece de importancia
para estos energúmenos, muchos de los que han hecho de la
explotación de estas falsedades una forma de vida, con un amplio y
generoso financiamiento, inclusive por parte del Estado, lo que les
importa es mantener viva una historia falseada porque eso les permite
una vida alegre de agresiones y llena de ociosidades.
Chile
ha aceptado, con la complicidad de los partidos que llamaron a los
militares a poner fin a la desastrosa experiencia de la unidad
popular, como los demócratas cristianos, que poco tienen de
demócratas y nada de cristianos, que esperaban que los militares
hicieran el trabajo sucio de limpiar el país de las hordas rojas y
que realizado este proceso les llamaran a asumir el poder.
1 comentario:
Mario montes fascista culiao apoyador de dictaduras derechistas se te olvida que gracias a las hinchadas la gente se pudo demostrar su repudio a la dictadura de perrochet pero se puede esperar de un periodista mediocre igual que todos que escriben lo que quieren para sus diarios Amarillistas viva los de abajo viva su gloriosa gente yo siempre voy con mi hijo de7 y nunca le a pasado nada la prensa miente no a la ley estadio seguro
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