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martes, 15 de mayo de 2012

Divagaciones educacionales del Director...

Mario Montes, Director de Diario
electrónico Reacción Chilena.




¿Es mala nuestra educación? ¿Por qué?
por Mario Montes.


Decirlo puede parecer un lugar común, pero nuestra educación es mala porque los institutos encargados de la formación de los profesores, esos personajes a los que antes de daba llamaba maestros, han abandonado su obligación de formas docentes de calidad.


Ese es sin duda alguna uno de los factores a tomar en cuenta, pero, no debemos olvidar que el Ministerio de Educación abdicó, durante al menos 20 años, sus funciones de establecer currículos educacionales acordes con la época y abandonó sus funciones fiscalizadoras.


La educación pública ha languidecido durante un largo periodo por falta de infraestructura docente y recreativa, por falta de incentivo para los buenos estudiantes y para aquellos docentes que con esfuerzo se han mantenido al día, quemándose las pestañas para preparar sus clases.


Un golpe demoledor contra la calidad de la educación lo dio el ex Presidente Lagos cuándo era Ministro de este ramo al establecer el Estatuto Docente que quitó toda Autoridad a los Directores de los liceos y escuelas, estableciendo, de facto, la propiedad e inamovilidad de los cargos para los profesores.


El estatuto docente, que quita toda autoridad al maestro en las aulas, ha sido devastador en la disciplina de los estudiantes como en los hábitos de estudio, pues fomenta la flojera al inhibir a las Autoridades del establecimiento a tomar medidas contra los alumnos de mala conducta o de bajo rendimiento.


Lamentablemente el incentivo establecido por el sistema es a la mediocridad, pues castiga a los buenos maestros, que se esfuerzan, estudian y preparan sus materias, a ganar lo mismo que aquellos que con una exquisita holgazanería se limitan a asistir al trabajo y a no enseñar lo necesario.


Recién el año pasado la Administración de Piñera, un Gobierno de derecha, ha establecido incentivos para que a las carreras pedagógicas entren mejores elementos, más preparados, y este año se está dando un salto gigantesco con la reforma educacional, esa de la que hay que hablar menos y hacer más.


No hay duda alguna que hay que dignificar a los formadores de nuestra juventud con salarios y un trato digno, pero, este derecho, como todos debe tener como contrapartida un comportamiento profesional, medible y pedagógico que ligue los ingresos de los profesores con los resultados de sus educandos.


No se saca nada con hacer lo que hizo la concertación, destinar ingentes cantidades de recursos al sistema, pero sin ninguna fiscalización, lo que implicó tirar por la cañería del desagüe cantidades astronómicas de dinero del que no se obtuvo mejoría alguna, ni avance de ninguna especie.


La educación, en cuanto condiciona el futuro de los estudiantes y determina el porvenir del país, debe ser tratado como un tema de Estado, lo más alejado posible de la contingencia político partidista, y tratado como un tema absolutamente técnico si es que queremos llegar a las grandes ligas del desarrollo.

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