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miércoles, 15 de febrero de 2012

Dudas de la «Operación retorno», por Gonzalo Müller.



Dudas de la «Operación retorno»,
por Gonzalo Müller.






Aquellos que parecían tener todo listo para la «Operación retorno», la que los traería de vuelta al poder de la mano de la ex presidenta Bachelet, deben haber sentido al menos un escalofrío al ver que la justicia procesaba a ocho personas, encabezadas por el ex subsecretario del Interior de su gobierno, Patricio Rosende.

Una cosa es suponer que los temas que enfrentaría la ex presidenta en un segundo intento por llegar a la Moneda serían más duros y que las críticas a su gestión se volverían permanentes, pero otra muy distinta es que sea la justicia la que encabece estos cuestionamientos, involucrando, por negligencia, a su gobierno en uno de los momentos más dolorosos de nuestra historia reciente.


Así, quienes en la Concertación han apostado fuerte por contener la renovación y neutralizar la aparición de nuevos liderazgos presidenciales, bajo el supuesto del retorno de Bachelet, deben considerar más seriamente que lo ocurrido esta semana es sólo una prueba de los asuntos que deberá enfrentar la ex presidenta en su campaña. Y tener en cuenta que tanto el Gobierno como los partidos del oficialismo no han dudado en desplegarse golpeando fuertemente a la ex jefa de Estado.


Al menos tres consideraciones debieran estar dando vueltas en la cabeza de la candidata y sus cercanos. Primero, que para cualquier ex presidente, y así lo vivió el propio Frei en su reciente derrota presidencial, lo mas difícil es lograr convencer que un segundo gobierno sería mejor que el primero, teniendo la obligación de contestar permanentemente a la pregunta «¿y por qué no lo hizo antes?». Esa obligación de dar explicaciones por el pasado hace muy complejo el desplegar un mensaje de futuro. Fruto de este cuestionamiento, lo hecho en su mandato termina siendo un lastre, sobre todo cuando el resto de los candidatos sólo tiene que responder por la seriedad de sus ofertas a los electores, pero muy raramente por el pasado.


Segundo, que para enfrentar las críticas es clave no tener un «segundo frente». Es decir, debe haber un orden en las fuerzas de oposición que le dé garantías a la candidata Bachelet de no recibir ataques sobre su gobierno desde la izquierda o, incluso peor, que haya eco a las criticas al interior de la misma Concertación.


Nada de fácil esta tarea, si vemos que, desde que dejó el poder, no son el orden y la disciplina lo que ha predominado, y el nivel de rechazo ciudadano acumulado por la coalición no la hace la plataforma más deseable. Además, todavía se ve difícil que haya una candidatura única de la oposición para la próxima elección presidencial, exclusiva manera de controlar o dar garantía sobre la actuación de los partidos frente a la candidatura de la ex presidenta. Una cosa es haber sido la candidata de continuidad de un gobierno que ejercía, como lo hacia el ex presidente Lagos, un fuerte rol ante los partidos, y otra muy distinta es ser postulante de oposición y arar sola con los bueyes que hay.


Tercero, algo más humano pero sumamente importante: en su intimidad, la candidata debe encontrar una poderosa explicación para abandonar la seguridad de su status de ex presidenta, no sólo a nivel internacional, sino también en nuestro país, y verse expuesta nuevamente a la vorágine de las campañas. Todo candidato sabe que para emprender este desafío se requiere de hambre, y que éste no es un esfuerzo que se haga a solicitud de otros, sino por una convicción propia que le permita sobreponerse a todas las incomodidades y golpes que cualquier contienda electoral trae consigo.


Un febrero nada de fácil para los promotores de la «operación retorno», porque Michelle Bachelet sigue siendo la única alternativa real para intentar regresar al poder, pero este anticipo de campaña, lleno de ataques y cuestionamientos, ocurrido esta semana, instala una seria duda de si ella volverá a poner su nombre en una papeleta. Hoy, la pregunta es si está dispuesta a asumir en estas condiciones el rol de candidata.

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