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jueves, 27 de febrero de 2014

Peñailillo, cazar o ser cazado, por Gonzalo Müller.






Peñailillo, cazar o ser cazado,
por Gonzalo Müller.


Esta frase de Frank Underwood, personaje central de la serie “House of Cards”, debe estar resonando en los oídos del futuro Ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo: Cazar o ser cazado, expresada como un resumen de la cruda esencia de la lucha por el poder.


A propósito de la bochornosa designación de Subsecretarios, que terminó con la renuncia de tres de ellos, aun antes siquiera de asumir sus cargos, el futuro Jefe de Gabinete se debe haber notificado de que las principales críticas a su actuación y responsabilidad en este caso no vinieron de los partidos de derecha, sino del corazón de su propia coalición, donde muchos vieron la oportunidad de responsabilizar del error a un diseño del Gabinete que los marginó del poder y con el cual se sienten bastante incómodos.


Está claro que fue la reacción de los partidos de la Nueva Mayoría lo que terminó por botar a los Subsecretarios, y que frente al cuestionamiento de la opinión pública no dudaron en quitarles el piso a las designaciones.


No sabemos si el futuro Jefe de Gabinete, como la mayoría de la elite política chilena, habrá devorado en internet estas vacaciones la serie que describe descarnadamente el funcionamiento de la maquinaria política norteamericana, y si habrá seguido los pasos del Senador Underwood, quien en cada decisión de este ajedrez demuestra estar tres jugadas adelante, acorralando y haciendo caer a sus adversarios sin que éstos se den ni cuenta. Pero lo que está claro es que a Peñailillo la serie le serviría mucho para entender el terreno que está pisando aun antes de entrar a La Moneda.


No hay nada que moleste más a quienes le han dedicado su vida a la política que ver en situación de poder a alguien —a su juicio— sin el mérito, sin la trayectoria o las redes para ejercer en propiedad el poder que representa el cargo de Ministro de Interior. Este es el fantasma que se asomó entre los partidos hoy y, de no revertir esta percepción, se manifestará inevitablemente incluso entre los miembros del Gabinete, a quienes se supone que Peñailillo está llamado a liderar.


El futuro Ministro tiene el gran activo de la confianza y una relación de estrecha lealtad con la Presidenta electa, pero frente a las dificultades —que como en todo Gobierno, las habrá— debe entender que, o toma la ofensiva frente a sus adversarios internos, o serán ellos quienes lo terminarán transformando en el símbolo de un diseño de poder que no funciona.


Si el error en las designaciones de los Subsecretarios demostró desprolijidad e inexperiencia, las declaraciones de la actual Senador DC del Maule sur y futura Ministro Ximena Rincón, donde anuncia con excesiva franqueza que va a la reelección como Senador por esa misma zona en 2017, le abren un segundo frente al futuro Jefe político del Gobierno. Se trata de una Ministro política del futuro Gobierno, quien no sólo aparece enfrentada con su partido, sino que notifica que sólo será Ministro de la Presidenta Bachelet hasta que tenga que competir por su reelección como Senador.


En algún momento, Peñailillo debe demostrar que va a ejercer el poder de su cargo y, para eso, necesita enfrentarse a alguien o algo que le dé una señal clara a quienes esperan su caída, y que por ahora sólo comentan sotto voce sus errores. Debe mostrar que está dispuesto a enfrentar a sus detractores y que para eso será capaz de generar nuevas lealtades al interior de los partidos, junto a la necesaria comunidad de intereses que señale que con él llega un nuevo orden, un nuevo mapa de poder.


En este momento, algún Frank Underwood chileno sonríe maliciosamente, después de haber sido desplazado y sintiéndose ignorado por el futuro Gobierno, pese a su trayectoria, a sus habilidades y redes; ve que se acerca su oportunidad, que se corregirá la injusticia y que será llamado a ocupar el lugar que le corresponde. Por eso continúa en su silenciosa labor: Cazar o ser cazado.

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