¿El Congreso de vuelta a Santiago? ,
por Sergio Melnick.
Santiago es sin duda una gran ciudad, pero está siendo atacada por diversas amenazas, algunas muy bravas. Por de pronto, está la contaminación del aire, pero le acompañan la congestión creciente, con muy mal pronóstico, el drama del transporte público, llámese Transantiago, la delincuencia creciente, nuevas formas de marginalidad física, concentración de pobreza, y tantos otros problemas. En suma, en mi opinión, hay que invitar y seducir a un millón y medio de santiaguinos a irse a las regiones, o hay que prepararse para invertir varios miles de millones de dólares en infraestructura física.
Nuestra clase política, en general, predica pero no practica. Además trabaja poco. Cuando el presidente del Banco Central va al Senado, como hace dos días, hay apenas tres senadores interesados. Increíble.
El tema de la descentralización ha estado en la boca de todas las promesas electorales concebibles, y nunca se hace nada significativo. Gran cantidad de parlamentarios que representan a regiones son de Santiago y viven en Santiago. Es un eufemismo desenfrenado, ya que tienen una oficina o casa de vacaciones en la región y se saltan el espíritu de la ley. Y eso que ellos mismos hacen las leyes ¡Quién lo puede entender! A aquellos que supuestamente vienen de regiones les debiera resultar más o menos lo mismo instalarse en Santiago o Valparaíso. Pero no, es que son todos en realidad de Santiago o miran a Santiago, y a veces van a las regiones a marcar presencia para poder ser reelegidos. Es todo una hipocresía máxima.
Los parlamentarios que quieren traer el Congreso a Santiago tienen, a mi juicio, la lógica errada: siempre van por lo trivial, piensan poco y de a poco. ¿Por qué no cambiar el Ejecutivo a la V Región? Por supuesto que es un desafío mayor, complejo, innovador. Pero no tienen las agallas de pensar en grande y diferente. La innovación y la creatividad son palabras que les quedan grandes, quizás como poncho, a la mayoría de nuestros políticos. Al final todo es conveniencia personal.
Hay muchas instituciones que pueden salir de Santiago. Por ejemplo, el Banco Central, el Banco del Estado, Indap, Enami, el INE, Conicyt, Canal 7, Bienes Nacionales y tantos otros. Con lo que gastamos en el Transantiago, hace rato que es posible subsidiar un tren rápido a Valparaíso, y apoyar suburbios en Casablanca y Curacaví. Es cosa de subirse a la revolución digital, pero seguimos con la mentalidad del siglo 19.
En forma mañosa, el Congreso opera regularmente en Santiago y de hecho se ha ido viniendo. Toda una hipocresía más. Marcelo Díaz (PS), Cristián Monckeberg (RN), Jorge Burgos (DC), Felipe Harboe (PPD) y Marco Antonio Núñez (PPD) patrocinan una moción que modifica la actual Ley 18.678 en su artículo primero, para reemplazar la palabra «Valparaíso» por «Santiago». Como si ello fuese una prioridad nacional. Es un tema que les preocupa a ellos y a nadie más. Sergio Bitar y Adolfo Zaldívar ya habían tratado anteriormente, pero fue rechazado por el Tribunal Constitucional, porque demanda muchos recursos y debe ser iniciativa del Ejecutivo. Se me ocurre que la situación no ha cambiado y espero muy de corazón que Piñera no mande una ley en ese sentido. El diputado Marcelo Díaz, que nació, estudió y siempre trabajó en Santiago, es quien más patrocina este proyecto, y él representa a la IV Región. Núñez tampoco es de regiones. ¿Les creerán ahí que les interesa la regionalización? Claro que no.
Las encuestas políticas muestran un enorme deterioro de la clase política nacional. Es que hacen muchos méritos para ello. Es bastante penoso ver estas iniciativas tan alejadas de las prioridades nacionales. Sólo en estos meses hemos visto los movimientos de Aysén y Calama, detrás de lo cual hay un grito fuerte por la descentralización. La respuesta de estos parlamentarios es «sigamos moviendo todo a Santiago, ahí nos conviene a nosotros», y tratan de hacernos creer que es mejor para el país. Por favor, no nos subestimen. Por eso la población les ha quitado el piso.
La solución real es probablemente justo al contrario. Pensemos qué cosas públicas podemos sacar de Santiago y cómo incentivamos a las empresas a ir o quedarse en las regiones. Ojalá la población castigue electoralmente a estos parlamentarios, especialmente a quienes dicen representar a regiones.
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