Aumento
de asignaciones en el Parlamento,
por
Mario Montes.
La
discusión sobre el aumento las asignaciones de los Parlamentarios,
dos millones de pesos por cada uno de los Honorables, nos parece
francamente insólita, sobre todo por los ribetes vergonzosos que ha
tenido la disputa, en la que no han faltado las falsedades, las
descalificaciones ni los extraños ataques de moralidad de
algunos de los participantes.
Creemos
que da los mismo si la razón en de esta situación tiene la razón
el Senado, la Cámara de Diputados, los Senadores Camilo Escalona,
Jorge Pizarro o Ricardo Lagos, o el Diputado Fidel Espinoza, lo grave
es que los Parlamentarios se están transformando en una clase que
tiene prebendas especiales que al parecer les hacen perder el foco de
la realidad que vive el país.
El
oficio del entonces Presidente del Senado, Guido Girardi, pidiendo,
por medio de un oficio, Presidente del Consejo Resolutivo de
Asignaciones Parlamentarias, Sergio Páez, de fecha 19 de marzo de
2012, el día antes de dejar la testera de la Cámara alta, en
aumento de las asignaciones argumentando que existían “recursos
disponibles" para cubrir un aumento de $2 millones para los
"gastos operacionales de cada Senadora y Senador”.
Lo
cierto es que nos parece un absurdo que se pretenda justificar este
acrecentamiento de los estipendios de los Senadores, que los
Diputados recibirían desde enero, con explicaciones ridículas de
que necesitan los fondos extras para cumplir con sus obligaciones de
“representantes” del pueblo, destacando profusamente que esos
dineros no van a los bolsillos de los Legisladores.
Grave
nos parece que los Asambleístas se asignen, por medio de una
Comisión que responde a las peticiones de ellos, una nueva
asignación, equivalente a casi 11 salarios mínimos brutos, que
podrían dedicar a abrir secretarías políticas en sus
Circunscripciones electorales, con cargo a los dineros del Estado,
para así perpetuarse en los cargos que ostentan.
De
extrema gravedad nos parece que los Parlamentarios, esa clase dorada
a la que se le paga hasta los gastos por asistir a sus trabajos y los
celulares que usan para sus comunicaciones, entre otros beneficios,
sigan dando el espectáculo penoso de ponerse por sobre la realidad
nacional, sobre las prioridades públicas y por sobre las necesidades
de un pueblo agobiado.
No
nos extraña la escasa calificación que la ciudadanía tiene de
estos personajes, ni tampoco las dudas que tiene el país sobre la
eficiencia de los inmensos recursos que se destinan al Poder
Legislativo, pareciera que quienes ejercen esos cargos se esforzaran
por acrecentar las malas evaluaciones ciudadanas y que intentaran
hacer añicos la Institucionalidad democrática del país.
No
nos parecería raro, que con el triste show que nos están brindando
las Autoridades legislativas, que hace que muchos piensen que es una
actividad cara para el país y absolutamente inútil, apareciera un
populista, como Hugo Chávez, que se propusiera entre sus metas hacer
estallar el sistema para establecer un sistema unipersonal y
liberticida.
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