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viernes, 27 de enero de 2012

Urgente se requiere brújula para la clase política, por Sergio Melnick.



Urgente se requiere brújula para la clase política,
por Sergio Melnick.


Nuestra clase política, con notables excepciones, sigue mostrando más sus flaquezas que sus grandezas. Parece que sólo saben lo que no quieren, pero no tienen ni la claridad ni la capacidad de ponerse de acuerdo en lo que sí quieren. Y ése es justo su trabajo. Cuando les conviene, citan las encuestas; cuando no, las olvidan. La izquierda dice que, según la CEP, el 60% de la población quiere cambiar el binominal, pero de la misma encuesta jamás señalan que ello es una prioridad sólo para el 2%. ¿No son acaso más importantes hoy la delincuencia, la salud, el empleo, la ciencia y tecnología, las reformas educacionales?


La democracia está llena de variaciones en diferentes países, de acuerdo a sus culturas e historia, y también tiene muchos defectos; sin embargo, es la fórmula de organización que todos preferimos, a pesar de sus problemas. Por ejemplo, le es muy difícil defenderse de la violencia: cuando legisla al respecto, es normalmente acusada de antidemocrática. La democracia debe soportar personas que apoyan la violencia para llegar al poder, como lo hizo Camila hace unos días. O casos como Chávez, que la destruyen desde dentro. También, tiende a ser muy cortoplacista y, en países con deficiencias de educación, populista. La globalización y la tecnología imponen nuevos desafíos que no sabemos cómo la afectan. La idea es sin duda irla mejorando, no eliminarla. Igual ocurre con el binominal. Tiene sus defectos y virtudes. Entre estas últimas, la estabilidad, la tendencia al centro y a la prudencia, y otorgar una mayor representación a las regiones. Incluso ha permitido que partidos poco democráticos, como el PC, lleguen al Parlamento. Entre los defectos, la poca renovación de caras y liderazgos, y la excesiva competencia interna.




Amigos, el problema está en los partidos y en los políticos, no en el sistema binominal. Los partidos están generando pocas ideas, y podrían estimular nuevos líderes, pero no lo hacen. Podrían hacer primarias, pero no las hacen. Podrían buscar reales representantes regionales, pero no lo hacen.




Es muy típico de nuestro país cambiar las cosas con problemas por otras aún peores: recordemos el Transantiago, los trenes, Conadi y tantos ejemplos. Somos los reyes de hacernos trampa en el solitario.




El acuerdo de RN y la DC podrá ser discutido en la forma, pero tiene dos aportes centrales: el primero es señalar que no se puede cambiar el régimen parlamentario sin cambiar el régimen general. El segundo, que no hay que temer cruzar las veredas, porque somos todos chilenos y todos queremos lo mejor para el país. Nadie es dueño de la verdad, salvo un columnista de El Mercurio.




Un sistema presidencialista con otro parlamentario representativo y atomizado podría paralizar completamente al país, y dejarlo al arbitrio de minorías circunstanciales. La Unidad Popular ya destrozó la democracia una vez con el sistema representativo y populista, generando violencia y odio. Ya tuvimos experiencias históricas de parlamentarismos fracasados y también de presidencialismo exacerbado.




Lo que necesitamos ahora es mucha humildad para encontrar las soluciones entre todos. Debemos ser capaces de llegar a acuerdos, y ése es el llamado del Presidente. Si miramos las opiniones de nuestros políticos, son aún muy diversas. Unos quieren más diputados, otros no. Unos quieren proporcional corregido, otros con pactos de independientes, otros uninominal, otros de tipo proporcional, pero con quórum, otros el binominal con primarias, otros proporcional y punto, otros hablan de proporcional moderado. Todo esto, sin tocar aún el régimen presidencial, la duración del gobierno, la posibilidad de reelección y la representación regional.


Si cambiamos el binominal, hagámoslo, pero por algo mejor, no peor. Démosle una mirada de 360° al tema, y no la parcial de cada partido. Busquemos un acuerdo amplio y compartido, revisado y analizado. Amigos, interesa el resultado, no el plazo. No sigamos improvisando. El binominal le dio gran gobernabilidad a la Concertación por 20 años. Sin éste, la Concertación ya no existirá, y ha sido un aporte, particularmente cuando el eje ha sido la DC.




Lo que se aprecia hoy es una clase política coja, echándole la culpa al empedrado. Tengo la impresión de que el binominal, como la democracia, con todos sus defectos, sigue siendo, de los males, el menos malo. No hay tabú en cambiarlo, pero por favor que sea por algo mejor, no peor.

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