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miércoles, 29 de agosto de 2012

Votar o no votar, esa es la cuestión.




Votar o no votar, esa es la cuestión,
por Mario Montes.


Las frustraciones y desengaños que la clase política le ocasiona a la ciudadanía, además de la corruptela electoralista, pueden llevar a muchos a abdicar de su derecho a elegir a las Autoridades, dejando el poder en manos de los peores elementos de los que pululan en la actividad pública.



Creemos que todo ciudadano consciente de tener derechos y deberes no debe emplear la realidad de nuestra desprestigiada política para no ejercitar uno de los deberes claves de la democracia, el derecho a seleccionar a las Autoridades para que actúen utilizando nuestra porción de la soberanía popular.



En esta clase política que se auto denigra por las acciones de algunos de aquellos que participan en ella, hay amigos, con los que uno tiene mayor cercanía ideológica, adversarios y/o enemigos, que están en las antípodas de nuestra visión de país, al no ejercer nuestro sufragio, sencillamente estamos favoreciendo a los contrarios.



El acto de votar, es decir, de elegir a los que consideramos,  más idóneos y que cooperarán al desarrollo del país, capacitados para representar nuestros pensamientos, es un derecho, pero a la vez es un deber, que todo ciudadano responsable debe ejercer y por esta vía hacerse responsable de los destinos del país.


Al elegir a la Primera Autoridad de la República, al Alcalde de una Comuna o a un Legislador le damos a este nuestra representación, lo que hace necesario que nos informemos de sus capacidades, valores y principios antes de darle ese poder, pero también nos obliga a pedirle cuentas y a sancionarle en los próximos procesos si no cumple.



Es cierto que la democracia tiene muchos defectos, sobre todo el de dar cabida a personajes faranduleros, populistas, demagogos  y da protagonismo a elementos de poca monta, pero, la responsabilidad de las malas elecciones sigue siendo nuestra, sea por la acción de apoyarlos o por la omisión de abstenernos de participar.



Peligroso es caer en los cánticos de sirena de algunas muy bien aceitadas máquinas electorales que seguramente nos van a frustrar al no cumplir sus promesas o al asumir posiciones para las que no los hemos mandatado, pero, no olvidemos que la responsabilidad de que estén donde están es absolutamente nuestra.



Si no estamos de acuerdo con la forma en que ejercen el poder que les hemos dado, debemos movilizarnos para hacer realidad la herramienta de los procesos revocatorios para que podamos, aunque sea de una manera muy reglamentada el derecho de caducar la representación que obtuvieron con las malas artes del engaño.



Meditemos un poco, en las próximas elecciones elegiremos Alcaldes, los verdaderos Presidentes de una Comuna, pero, junto a ellos debemos elegir a los Concejales, un Edil que no cuente con el apoyo del Consejo Municipal es una Autoridad decorativa, puesto que no podrá hacer nada de lo que nosotros mismos les encargamos.

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